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Channel: Enciclopedia de Gastronomía
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Shaya

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Bodega Shaya
www.shaya.es

D.O.: Rueda
Uvas: 100% Verdejo
Crianza: 30% del vino fermentado en barrica y el 100% sobre sus lías
PVP: 8,50 €

 

You can see the English version by clicking on Shaya with Snow Crab Salad

 

Esta bodega pertenece al grupo Juan Gil Bodegas Familiares, una iniciativa que reúne a una decena de pequeñas bodegas repartidas por todo el territorio nacional y que tiene como objetivo promocionar los mejores vinos de variedades autóctonas por todo el mundo.

Hago este preámbulo para que se imaginen la calidad de este vino, procedente de treinta hectáreas de viñedo viejo de suelo arenoso y cantos rodados, cepas en vaso (como se hacía antaño), y una vinificación mimada hasta el último detalle.
Aromas limpios a flores y frutas, pero sobre todo esos tonos herbáceos y especiados propios de variedad, en los que incluso se encuentran notas minerales. Un ejemplo de lo que se puede hacer en esta región con esta uva.

Ensalada de cangrejo de las Nieves

Para quién conozca EE.UU. solo a través de las películas, decir que este es uno de los países del mundo que más cangrejos consume por persona, puede parecer una ironía, casi una broma, sin embargo su tradición cancrofágica se remonta a sus primeros colonos que los usaban para hacer guisos. Hoy es una industria que mueve miles de millones de dólares cada año, no solo en su pesca, sino en su producción industrial.
El cangrejo de las Nieves es salvaje, el más exquisito y también el más cotizado porque se pesca en las gélidas aguas del mar de Bering, pero se comercializan solo las patas, limpias y congeladas, por lo que conviene adornarlo un poco.
Mi madre preparaba en su restaurante de Madrid una ensalada parecida a esta con su primo, el Cangrejo Real o Chatka, un éxito que duró más de treinta años.
 

Maridaje

Reconozco que no he elegido este vino para este plato, sino este plato para este vino, porque este verdejo es algo muy serio que se merece mucho respeto.
Si piden esta ensalada en EE.UU. exijan que la aliñen con aceite o mahonesa, pero nunca con salsa cocktail, porque, aunque este vino aguanta perfectamente ese bodrio, lo ideal es poder degustar la carne de esas patas tan sabrosas, simplemente mezcladas con lechuga y un poco de mahonesa, de esa forma podremos apreciar bien todos esos sabores de alta calidad, donde el vino juega un papel importante porque eleva el nivel gastronómico del plato.
Si encuentran alguna botella de añadas pasadas, no dejen pasara la ocasión de hacerse con ellas porque habrá ganado en profundidad

 


Fulget

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Bodega Maior de Mendoza
www.maiordemendoza.com

D.O.: Rías Baixas
Uvas: 100% Albariño
Crianza: No tiene
PVP: 9€
 

You can see the English version by clicking on Fulget with Sweet and sour pork


Maior de Mendoza es una bodega muy particular dentro de ese gran mundo en que se ha convertido la D.O. Rías Baixas porque solo elaboran albariños de muy alta gama, vinos que no buscan la competencia en precio pues asumen que su política es elaborar con la mayor calidad que cada cosecha permita extraer de las uvas de cada parcela.

Si entran en el sitio web de la bodega verán los meticulosos procesos de cuidado de las vides, de la vendimia y de la posterior vinificación (me llevaría la página completa describirlos).
El resultado de todo este cuidadoso trabajo es un vino muy fresco, aromático, afrutado, con los rasgos de la variedad muy presentes y con notas de flores blancas, incluso algún recuerdo balsámico propio del Valle del Salnés (hay quien afirma que los grandes eucaliptales de la zona aportan este tono tan peculiar).

Cerdo agridulce

Omnipresente en todas las cartas de todos los restaurantes chinos de todo el mundo, el origen de este plato no procede de ese engendro llamado cocina chino-americana, sino que es un plato muy antiguo y afamado en la corte Han de Jiangsu, en la región de Cantón.
Tiene mil variantes porque es un plato que se extendió por toda China. Por ejemplo, en Taiwan lo llaman Gulao Rou (Cerdo antiguo), porque lo consideran como una receta llegada hace siglos desde Cantón.
Hoy día, las salsas agridulces industriales se componen de glutamato y azúcar, una porquería, pero la salsa bien hecha, con caramelo, naranja y jengibre, es deliciosa. Como indicamos en la receta, deben dejar las hortalizas casi crudas para hacer contraste con la carne y con la salsa.

Maridaje

Este es un buen ejemplo de lo complicado que puede ser maridar un plato chino, porque él en sí es un mosaico de sabores muy dispares, carne de cerdo rebozada, salsa agridulce de jengibre y hortalizas casi crudas con su carga de sabores vegetales.
Dentro de esta complejidad de sabores, hay un factor dominante que es la calidez del plato, porque si bien las hortalizas refrescan cada bocado, la salsa envuelve todo y la boca se nos empalaga, por lo que pide un vino muy refrescante. Este es uno de los rasgos más destacados del Fulget, su frescura, su carga aromática pero también su estructura ácida que de un sorbo nos habrá disuelto los azúcares del plato y nos habrá dejado la boca limpia, aunque cargada de mil aromas que nos invitarán a seguir jugando con esta combinación galaico cantonesa.

 

Finca La Emperatiz with Fried rice with prawns

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Winery Finca La Emperatriz
www.bodegaslaemperatriz.com/

D.O.C: La Rioja
Grapes: 94% Tempranillo, 3% Garnacha, 2% Viura, 1% Graciano
Ageing: 23 months in oak barrels (70% American, 30% French).
Price: 14,50 €

 

Excerpt from the book “Pairings of spanish wines with exotic cuisines”.
Click to see the preparation of these dishes, in Asian recipes.

Pueden ver la versión española pinchando en Finca La Emperatriz Reserva

Nearly twenty years have passed since the Hernáiz brothers started their "crazy" project, but the results are silencing many critical voices that foresaw a multi-million failure.

Currently, they often get international awards and are reaching new markets all around the world, which is not surprising having tasted the wine and taking the price into account.
The traditional "coupage" from Rioja, the great care of the vineyard and the grape harvest and the new barrels have achieved a mixture of aromas of ageing with cocoa, cedar, tobacco and vanilla, which do not overshadow the primary aromas of ripe fruit. This, together with an structure of polished but powerful acidity, make this wine a prototype of what the new great Riojas are.
 

Fried rice with shrimps

In the East there are two main groups of rice dishes: those made of round grain, usually consumed as bread, and the ones of long grain, which are usually sautéed in a wok with different vegetables, meats, fish or shellfish.
This dish belongs to the second group. If you have a look at the recipe, you will see that the principle is very simple, just boiled rice cooked in a frying pan about to be served, together with anything available, with an amazingly tasty result. Even such different ingredients as chicken, prawns and fresh vegetables can be mixed.
It is common in all Eastern countries, including India, Thailand, China, Vietnam, Malaysia or Indonesia, so you may order it anywhere in the world.
 

Pairing

In this occasion we were more concerned about respecting the wine quality than about getting an outstanding pairing, because some wines require a leading role on the table, but, as it sometimes happens, the result exceeded expectations, since the high quality of this "reserva" was enhanced by the dish, in my opinion because of the rice starch, but mainly every time we ate a prawn.
I have long found that crustaceans go better with "gran reserva" wines from Rioja than with white ones, so this was not surprising, but it is always a pleasure to find a pairing which goes beyond expectations. Coriander and peppermint may have also reinforced the combination, but take care to find out what spices are in the dish, as the wine can be ruined if there are chilli peppers in it.

 

 

Fulget with Sweet and sour pork

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Winery Maior de Mendoza
www.maiordemendoza.com

D.O.: Rías Baixas
Grapes: 100% Albariño
Ageing: No
Price: 9€
 

Excerpt from the book “Pairings of spanish wines with exotic cuisines”.
Click to see the preparation of these dishes, in Asian recipes.

Pueden ver la versión española pinchando en Fulget

 

Maior de Mendoza is a very particular winery in that big world that the Denomination of Origin Rías Baixas has become.

They only elaborate top level albariños and do not compete in price, assuming that their policy is to make the best possible wine with the best possible quality that can be extracted from the grapes in each hawthorn.
If you visit the winery website you will see how carefully the care of the vineyard, the harvesting and the winemaking are carried out (I would need the whole page to describe them).
The result of all this work is a very fresh, fruity wine, with the features of this variety so present and notes of white flowers, even some balsamic memory characteristic of the Salnés Valley (the big eucalyptus plantations in this area are said to be responsible for that peculiar hint).

Sweet and sour pork

This dish can be found in the menus of all Chinese restaurants around the world, but its origins are not in that monstrosity so-called “Chinese-American cuisine”, but it is a famous ancient dish from the Han court in Jiangsu, in the Canton region, from where it spread to all China, producing a thousand variations. For example, in Taiwan it is called “Gulao Rou” (“ancient pork”) because the recipe is considered to have come from Canton centuries ago.
Nowadays, industrial sweet-and-sour sauce is made of glutamate and sugar, real rubbish, but a well-made sauce, with caramel, orange and ginger, is delicious.
As indicated in the recipe, the vegetables must be left almost raw to contrast with the meat and the sauce.
 

Pairing

This is a good example of how difficult it can be to pair a Chinese dish, because it is itself a mosaic of very different flavours: battered pork meat, sweet-and-sour sauce and almost raw vegetables with their load of vegetable flavours.
Among this complexity of flavours, the dominant factor is the warmth of the dish. Although the vegetables refresh every bite, the sauce enfolds everything and our mouth gets cloyed, asking for a very refreshing wine. This is one of the most remarkable features of this Fulget: its freshness, its aromatic load but also its acidity structure, which will dissolve the sugars of the dish with a sip and leave our mouth clean but with a thousand aromas that will invite us to keep playing with this Galician-Cantonese combination.

 

 

Shaya with Snow Crab Salad

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Bodega Shaya
www.shaya.es
D.O.C:  Rueda
Grapes: 100% Verdejo
Ageing:  30% of the wine fermented in oak barrels
RRP:8,50 €
 

 

Excerpt from the book “Pairings of spanish wines with exotic cuisines”.
Click to see the preparation of these dishes, in Asian recipes.

Pueden ver la versión española pinchando en Shaya

This winery belongs to the group Juan Gil Bodegas Familiares, an enterprise that brings together about ten small wineries throughout the country and focuses on global promotion of the best wines made with local varieties.

Imagine then the quality of this wine, from thirty hectares of old vineyards in sandy soil with pebbles, vines planted in traditional goblet style and winemaking cared to the last detail.
Clean flowery and fruity aromas, and mainly those herbaceous, spicy tones characteristic of the variety, in which even mineral notes can be found; an example of what can be made with this grape in this region.

Snow crab salad

 Saying that the USA is one of the countries where crab is most consumed per person may sound like a joke to those who only know this country through movies, but this is a tradition that dates back to the first settlers, who used to make stews with them. Nowadays it is an industry that moves billions of dollars every year, not only in fishing but also in industrial production.
Snow crab is wild, the most exquisite and highly priced one, and is fished in the icy waters of the Bering Sea. Only its legs are commercialized, clean and frozen, so it is advisable to dress it a bit.
My mother used to cook a similar salad in her restaurant in Madrid using king crab (Chatka), and it was a success for more than thirty years.

Pairing

I admit that I have not chosen the wine for the dish but the dish for the wine, because this verdejo is something serious that deserves maximum respect.
If you order this salad in the USA, require oil or mayonnaise as a dressing, not cocktail sauce. Although this wine can withstand that horror perfectly, it is much better to taste the meat from those savoury legs just mixed with lettuce and a bit of mayonnaise. That way we will appreciate all those flavours in full, with the wine playing an important role and upgrading the gastronomic level of the dish.
If you happen to find some bottles from former vintages, do not miss the opportunity to get your hands on them, as the wine must have gained depth.
 

 

 

American recipes

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Excerpt from the book “Pairings of spanish wines with exotic cuisines”.

Pueden ver la versión española pinchando en Recetas americanas.

 

 

The ingredients are calculated for 4 people

BBQ Ribs

2 slabs baby back pork ribs
1 can fried tomato purée

1 white onion

3 garlic cloves

1 teaspoon hot paprika

1 teaspoon ground coriander

1 teaspoon ground cumin

1 glass molasses (or honey)

1 glass apple cider vinegar

2 spoonfuls Perrins sauce

Extra virgin olive oil, salt and pepper to taste

My favourite recipe for pork ribs includes macerating overnight in porter beer with thyme and heather honey. That is a true delicacy, but we are talking about traditional American dishes, so let’s cook real “Ribs”.

Many BBQ restaurants use industrial sauces or a simple mix of ketchup, cider vinegar and Perrins sauce, or even soya sauce, but we are going to be orthodox and cook a high-level BBQ sauce.
Start by making a traditional stir-fry with the onion, finely chopped, and the garlic cloves. When it goes brown, add the can of fried tomato and the vinegar. It must boil for a while so that the acetic acid evaporates from the vinegar (it feels itchy in the nose). Then, add the spices, Perrins sauce, honey or molasses, salt and pepper. Don’t be shy with the salt, as it is the only salt the ribs will have at all.
That blend is a suggestion, but personal variations can be made. For example, you may use Tabasco sauce instead of paprika, or even chilli peppers –chipotles, serranos or others. You may also add chutney or some fruit, either fresh or canned, such as tamarind, mango or orange peel.
Bring the mix to the boil and check the texture –it must be a bit like syrup.
Pass the mixture through the blender and leave to stand.
Dip the ribs in the sauce and leave it overnight, moving it from time to time so that it gets totally seasoned.
The ideal way of roasting the ribs is on a wood barbecue, turning them over regularly and painting them with a brush dipped in the sauce.
If there is no barbecue available, they can be roasted in the oven at 170ºC for a couple of hours, putting sauce on both sides every thirty minutes.

California Roll

100grs. sushi rice
100 grs. spider crab meat

1 ripe avocado

1 cucumber

1 can flying fish roe

Toasted sesame

Fusion food? It was, originally, since it was created by a Japanese cook living in Los Angeles, Mashita Ichiro, who designed this maki-sushi adapted to Californian tastes in his restaurant Tokyo Kaikan. It has become a universal dish: even in Shanghai there is a restaurant specialized in California Roll.

The mise en place is very important: everything we are going to use must be carefully placed as if on an operating table.
Prepare some gohan (white rice dressed for sushi) and reserve it on a bamboo basket, covering it with a wet towel.
Lay out some nori seaweed leaves on the working table, the clean crab meat in a bowl, the cucumber, cut in strips in a bowl with icy water, sliced avocado, sesame and flying fish roe on small trays.
Cover your rolling mat with plastic wrap to prevent the rice grains from getting stuck to the bamboo sticks.
Lay out a seaweed leaf on the working table, place some gohan rice on it and, with your hands wet with warm water, spread it on the leaf until you get a layer about 1 cm. thick. It is useful to have a bowl with warn water at hand to keep your hands wet.
If you have compacted the rice with your hands well, you will be able to manipulate it without any risk. Place it on the rolling mat but upside down, that is, with the seaweed facing top. That is the most difficult step, but it can be made easier if you place the mat on it before turning it upside down, or by placing the seaweed and the rice on a piece of plastic, paper or aluminium wrap.
Put a strip of shredded crab meat on the seaweed (some people use surimi, but that is rubbish), together with a strip of cucumber from end to end and avocado slices, so that you can see the centre of the seaweed fully covered with these ingredients.
Now you will undergo the next skill test. Roll this with the aid of the mat, holding it tight but not letting it come out through the extremes. When you feel it compact enough, place the roll on the table, cut it in halves and put some roe on them –some cooks make them roll on the hoe to cover them completely, but I think that a bit is enough. Place the halves side to side, sprinkle toasted sesame on them and cut each piece in halves, and then in halves again, so that there will be eight pieces. Keep in mind that they must be bite-size pieces.

Chiles en nogada

8 green peppers (Italian or from Málaga)
50 grs. almonds

50 grs. walnuts

4 eggs

Wheat flour

½ litre liquid cream

100 grs. fresh goat cheese

1 onion

5 garlic cloves

50 grs. currant grapes

50 grs. dried peaches

1 apple

1 pear

200 grs. meat, 50/50 pork and beef

1 pomegranate

Fresh leaves of parsley, coriander, mint or any other herbs you may like.

This is one of the most valued dishes by Mexican gourmets, and they are quite right because it is a haute-cuisine dish with delicious results.

This dish has got history in it, as it is said to have been designed by the nuns at Santa Mónica convent on September 27, 1821, to welcome Emperor Agustín de Iturbide in Puebla and so celebrate the independence of Mexico.
This dish is difficult to cook; the ingredients list may seem exaggerated, but it is actually a lighter version. The original recipe has got three times as many ingredients as this one.
Firstly, roast the peppers in the oven or, even better, over hot coals. Once singed, cover them with oven paper, allow them to cool, peel them, remove the pips, split longitudinally and set aside.
For the filling, sauté the chopped onion with the garlic and add the fruits and the meat. Allow to sweat to eliminate excess water.
For the sauce, crumble the cheese and heat it with the cream and the nuts, previously fried and crushed –use a mincer or a chopper, as they must be hardly seen.
Beat the egg whites until they are stiff and beat the yolks separately. Stuff the peppers and secure each one with a toothpick. Dip them in the yolks, then in flour, then in the whites and fry in plenty of oil until they become gold coloured.
Serve the ingredients hot, covering the peppers with the sauce and garnishing them with pomegranate grains and green leaves (I love the fresh and spicy taste of spearmint, but in Mexico it is customary to use coriander or curly parsley), trying to reproduce the colours of the Mexican flag as those nuns did.

Chili

½ kilo red beans
½ kilo minced pork meat

2 onions

2 red peppers

2 carrots

6 garlic cloves

6 red chili (chipotles)

2 large tomatoes, very ripe

6 chiles chipotles (fresh or canned)

50 grs. black chocolate (70% cocoa)

Coriander, cumin and oregano

In that difficult border that unites or separates Texas and Mexico, we have this Mexican-style recipe, but it does not come from Puebla, Oaxaca or Veracruz, but from the border states, because nobody can be certain if it belongs to one country or the other. In cooking terms, pure Tex-Mex. If we take into account that California, Arizona, New Mexico and Texas, the four southern border states, were first Spanish then Mexican until the middle of the 19th century, we can understand this blend of cultures.

A thousand brands of canned chili con carne can be found in the American market, as it is a usual meal in USA, but it is worth taking the trouble to cook this stew. You will enjoy it.
As required, soak the beans overnight in mineral water. It must be low in calcium so that they do not peel off.
Prepare a stir-fry with the onion, the garlic, the carrot and the red pepper. When it gets tanned, pour it in the pot with the beans and their water. It is advisable to cook them in a pressure cooker for fifteen minutes, then leave it to cool until it can be opened and continue cooking at atmospheric pressure.
Prepare a similar stir-fry in a large frying pan (it can be the same, using a half for the beans and the other half for the meat). When it gets tanned, add the tomatoes, peeled and without the seeds, the chilli peppers and the spices. Either fresh or canned chilli peppers can be used but be careful with how spicy they are; the stew must be hot but not too much. The stir-fry must be slightly sweet, so add a spoonful of cocoa, mole or black chocolate.
Once the water excess is eliminated, add the meat, season it generously and stir.
Add the mixture to the beans when they are soft and allow it to boil until it gets creamy.
Do not add any more salt until it is done, because there is no going back if you put too much in it. Taste it for spice, taking into account the diners’ tastes. If necessary, chopping some canned chipotles and serving them as a side dish for those more used to spicy food is a good solution.
It is customary in most TexMex restaurants to put a layer of Cheddar cheese on top and grill it for a few seconds. Some cornbread chips can be seen in the picture.
 

Grilled lobster

2 lobsters about 1 kg./1,5 kg.
100 grs. salted butter

Corn oil

Chive

Parsley

Sorrel

Savory

Lemon verbena

Spearmint

 

The picture shows a clawed lobster, not what we would call a lobster, but Americans do not difference between them, they are both usually called lobsters.

Tons of lobsters are consumed across the USA, not only in the coast areas where they are reared in culture but everywhere. For example, the most famous restaurant in Cincinnati, 700 km. from the sea, is called “Red Lobster”.
It is an eminently French recipe, what they call Homard au beurre persillé - fines herbes, herbes de Provence, perfumé… The difference is that this recipe does not have garlic in it, since this ingredient is not customarily used in American haute-cuisine.
It is advisable to know the diners’ tastes before you prepare the butter, because many delicious and aromatic herbs can be used, such as fennel, dill, tarragon, cumin or coriander, but if someone finds any of them unpleasant, take it off or you will spoil his/her meal. An ideal blend would be chive, sorrel, coriander and tarragon, but some people may dislike it.
The butter must be malleable but not liquid, at about 20ºC. Chop finely the herbs (always fresh), mix them with the butter until the mixture is homogeneous and keep it in the fridge.
When the grill embers are ready, split the lobsters in two halves and place them on the grid, with the open side facing up. You may spray some corn oil on them, but it is not essential. When the meat gets white, turn them upside down so they get the taste from the embers and get marked by the grid rods.
Serve them facing up, with some little balls of the prepared butter on them. It will melt immediately but it will reach our mouth with all the freshness from the herbs.

Grilled tamales

For the tamales
1/2 kg. corn flour for tamales

1/2 kg. lard

1 spoonful baking soda

1/2 litre warm chicken bouillon

Salt

1 package corn leaves

1/2 kg. fresh manchego cheese

For the "mole"

1 onion

3 garlic cloves

1 carrot

2 ripe tomatoes

1 red pepper

50 grs. fried peanuts

1 spoonful cocoa

1 clove

1 cinnamon stick

This is a very complicated dish to cook. On practically every corner in any street in Mexico you can find women with a couple of buckets full of homemade tamales, wrapped in leaves. They are sold cheaply and are delicious as they are, but you can also take them home and give them a more sophisticated preparation like this one, with mole and melted cheese.

There are preserved tamales in the market, both canned and in metalized envelopes with inert gas, but they are not easy to find in all provinces in Spain, so we are going to cook homemade tamales.
It is essential to get corn flour for tamales: make sure that it is specified in the package because it is impossible to get this preparation at home -it even contains some kind of ashes and lime that I could not describe.
Beat the lard as if you were whisking egg whites to form stiff peaks. It will take quite a long time, even with an industrial mixer, so if you use a wire whisk your arm will suffer until the lard is transformed into foam. It is a bore but it is essential.
The corn leaves must be soaked for quite a while to make them flexible. If not, we will not be able to wrap the tamales.
Mix the flour with salt and baking powder in a bowl -baking powder is the most similar thing to tequesquite, impossible to find in Spain.
Stir well the mixture and mix it, little by little, with the lard foam. It must be totally homogeneous. Then add the chicken bouillon, which must be at the same temperature, and beat until the dough gets uniform.
Now let's make the stuffing.
Tamales can be stuffed with anything we like: guajolote (turkey) mole, chicken with green mole (chilli), even what is called there rajas" which can be jalapeños or poblanos chilli. The latter are the tastiest, but we are going to use them to finish the dish, so we can use chicken in green sauce -this is made by boiling green pepper with jalapeños, but it can be purchased readymade. The meat can be the leftovers from a roast chicken, or you may simply boil a chicken breast.
Spread a portion of the dough on a corn leaf, add some shredded meat and put some green sauce on top. Wrap it with the leaf, folding the empty part on the stuffed one. Make as many as you can and place them in a steamer. Put a couple leaves on the bottom and place the tamales on them so that they support one another. Put two more leaves on top and cover with a wet napkin. Close the steamer and cook for one hour. Take one tamal out and check that the dough has set. The tamales are now made.
For the sauce, make a stir-fry with the vegetables, very thinly chopped - in mirepoix as it is called-, with the spices. Once it is done and quite dry (a bit of bouillon can be added), sprinkle the cocoa and stir well until it is completely dissolved. Take out the cinnamon stick and pass the sauce through a Chinese strainer.
To finish the dish, spread some mole on the baking tray, put the tamales on it –without the leaves-, cover them with mole and sprinkle the cheese on top –crumble it with your fingers. Bake in a hot oven (220ºC) until the cheese starts to brown and serve.

Hamburger

¾ kilo beef meat
¼ kilo pork meat
2 eggs
Spices

It may sound like a truism, but the world of hamburgers in USA is a whole culture, almost a way of living. Not only are there large chains of restaurants that specialize in them –not synthetic McDonald’s-type but quality ones- but every family has got their specialties cooked on their garden barbecue at weekends, holidays and family gatherings.

The three key ingredients are the quality of the hamburger itself, the fire and the side dishes.
The ideal fire is a grill with dry holmoak or mimosa wood, but the possibilities in each home are limited.
Each side dish is a recipe itself, but my favourites are baked potatoes with sour cream and the cabbage salad called coleslaw.
In Spain, quality products for hamburgers are already available. In fact, it is easier to get a good quality red meat hamburger already prepared than to find this meat in butchers’ shops, since it is usually reserved for restaurants.
The proportion of meat indicated must be respected because pork meat provides fat that gets melted when cooked, making the piece juicier.
Each cook has got a favourite blend of spices, usually a family secret. This is my suggestion: smoked salt, sweet paprika, chilli powder, white pepper, celery seed, ground ginger, dry mustard and dill. It is very orthodox blend and none of the spices can be perceived individually, it just enhances the flavour of the meat spectacularly.
Mix the meat with the spices and the beaten eggs, leave the dough to stand for a couple of hours and shape the portions according to each diner’s taste: some people prefer them one pound in weight, almost raw inside, others like quarter pound burgers, like the industrial ones.
 

Huajuapan mole

2 kg. kid rump meat or 1 kg. paschal (older) lamb
1 can piquillo peppers

2 spoonfuls ñora meat (spiced red peppers)

1 chilli pepper

1 onion

2 lemons

1 head of garlic

1/2 kg. green beans

1 can black beans

1 can fried tomato sauce

1 bay leaf
1 spoonful hot paprika

1 spoonful sweet paprika

1 bunch of fresh coriander

Also known as “Mole de caderas” or “Mole de chivo” (young goat), this dish is a matter of rivalry between the states of Puebla and Oaxaca, specifically the cities of Tehuacán and Huajapán de León, where there are multitudinous festivals in which more than 30000 animals are slaughtered, which gives us an idea of the magnitude of the event.

This dish is very different from what we usually know as “mole”; it is almost a meat soup with vegetables but with surprising flavours.
As you can see, the list of ingredients is huge, however we have had to make some changes because the traditional recipes have some ingredients that can only be found there, for instance "ejotes", which had to be replaced by green beans - the most similar ingredient we found.
The first step will be to season the meat, which will be paschal lamb as I suppose Oaxaca kid will not be available. Season the meat in pieces with both paprikas and the juice from the lemons, and leave to marinate overnight.
The following day, put the meat in a large pot together with the canned peppers, the ñora meat, the garlic, the tomato sauce and the bay leaf. Cover with water and bring to the boil. Once it is boiling, lower the flame to medium intensity (6/10) and cook for more than one hour, until the meat is reasonably soft.
Leave it to stand for one more night so the flavours can blend and some ingredients get oxidized, achieving a deeper and warmer taste.
The following day, add the black beans, the onion in slices and the green beans (previously washed and split). Cook until the beans are edible (not too soft). Chopped fresh coriander can be either sprinkled when the dish is served or served on the side in case somebody does not like this spice.

Mixed Ceviche

½ kg. clean sea bass
4 scallops

4 raw prawns

2 limes

1 red onion

1 bunch coriander

2 spoonfuls yellow chilli pepper

Ceviches have become fashionable in our capitalist, gourmet, Western world. Every day we can see creations that take the word to absurd extents, such as the “Tomato and onion ceviche with extra virgin olive oil”, that is, simple tomato and onion salad.

Real Peruvian ceviche is made with “corvina campera” (Scianea gilberti), one of the most valued fish in that coast for its fine and soft meat. In Europe we have another species (Argyrosomus regius), a bit different but also delicious.
An orthodox variation is the mixed ceviche with sea bass and seafood, which is usually used in ceviches, especially some large prawns called “camarones” there. It is important to check their freshness or, if they are frozen, their traceability, since they are going to be consumed raw.
A usual mistake is to cut the fish into thin slices carpaccio-style. It is essential in ceviches to be able to taste the raw fish differentiated from the dressing, as well as its texture; you have to feel the bite.
Watch the fish carefully when you cut it in case it has got anisakis. To prevent this, it can also be frozen for a couple of days, which will hardly affect its texture.
Only the white part of the scallops –the muscle- must be used. Splitting each one in four pieces will help taste its sweet flavour.
Take the dorsal cord off the prawns. It may contain sand and even bacteria.
Once the three ingredients have been prepared, squeeze the limes and mix the juice with the yellow chilli pepper and the chopped coriander (this is optional as some people can’t stand it). Pour this sauce on the fish and seafood, stir up and serve immediately with thin slices of red onion, julienne-style.
Some cooks leave it marinating for some minutes or even hours, but the dressing is so strong that it will override the taste of the fish and seafood.
 

Snow crab salad

4 snow crabs
1 lettuce
4 sticks green celery
½ litre mayonnaise
Dijon mustard
1 lemon 

The tradition of consuming crabs in USA dates back to the first settlers, who used them in soups and stews, or simply grilled over hot coals. Nowadays, it is an industry that moves thousands of tons of crab meat, there are specialized restaurants and multitudinous gastronomic events are held, such as the famous Chesapeake blue crab feasts, immortalized by great Jack Nicholson’s movie As Good as It Gets.

Among the hundreds of varieties that are consumed in both coasts, the one with a highest quality is the Snow crab (Chionoecetes opilio) –not to be confused with Royal crab (Paralithodes camtschaticus), also fished in the Bering Sea, larger but less fine and tasty.
Snow crab salad is a dish with a clear influence of French cuisine and most appetizing but expensive. Anyway, it does not reach the level of our Galician Spider crabs.
Only cells and legs are commercialized, boiled and deep-frozen, so you only have to leave it to defrost as slowly as possible to keep the meat smooth. Then, break the shell with a hammer and put the meat in a bowl. The biggest pieces of meat must be set aside to garnish the finished salad. Mix the rest with mayonnaise, scented with Dijon mustard and some drops of lemon juice.
Make a bed with the lettuce cut in julienne strips and little celery sticks. Put the mixture of mayonnaise and crab on it and garnish the dish with the bigger parts of the meat from the legs to make it more attractive.
 
Thanksgiving turkey
This is undoubtedly the great American meal, their signature dish since this day was declared national holiday by Abraham Lincoln in 1863. The early settlers, known as the Pilgrims, celebrated this day as far as in 1620 with turkey, which is a native of this continent, and they must have stuffed it with fruit, since it is a very dry, even quite tasteless bite.
There are a thousand recipes, as usual with traditional dishes, from those involving a microwave oven, frozen turkey and all types of industrial preparations, to the most sophisticated ones, which seem taken from a medieval recipe book but within the limits of a gourmet’s decency. All of them are suitable for this pairing, and when people in America try it, they will certify it as compulsory as corn cobs and cranberry sauce.

 

Recetas asiáticas

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Junio 2015
 

 

Extracto del libro Vinos españoles con cocinas exóticas

 

You can see the English version by clicking on Asian recipes
 
 

Los ingredientes vienen calculados para 4 personas

 

 

Alitas de pato con naranja

12 alitas de pato confitadas
1 cebolla grande
2 naranjas
5 dientes de ajo
1 bulbo de jengibre
2 cucharadas de azúcar moreno de caña
AOVE, sal y pimienta

 
Lo más latoso de esta receta es limpiar y confitar las alitas, pero se pueden conseguir en fácilmente en conserva y de una calidad insuperable.
Empezamos por la salsa. Pelamos y cortamos la cebolla en rodajas. Originariamente se freían en la grasa del pato, pero ya sería demasiado colesterol malo, así que usaremos aceite de oliva virgen extra. Se dejan hacer a fuego lento.
Mientras, pelamos el jengibre, lo cortamos en rodajas y estas en bastones. Una vez cocido apenas se notará porque el ácido de la naranja neutraliza su sabor picante, de todas formas es muy agradable encontrar trocitos en la salsa.
Picamos los ajos y, cuando la cebolla empiece a coger algo de color, los añadimos junto con el jengibre y espolvoreamos el azúcar moreno.
Rallamos la piel de una de las naranjas y lo añadimos al sofrito.
A continuación exprimimos las naranjas y, cuando el sofrito ofrezca un color caramelo, lo regamos con el zumo. También se pueden poner las pieles directamente así como media rodaja de naranja para adornar. Se deja cocer hasta reducir a textura de sirope y reservamos.
Al momento de comer, freímos las alitas en su propia grasa (ya vienen así preparadas en la conserva) y, cuando la piel se vea crujiente, se sacan a los platos de servicio y se rocían con un poco de salsa de naranja.
El adorno de arandelas de puerro crudo se conoce como Yakumi, y actúa como potenciador de sabores por contraste. Es aconsejable.
                     

Arroz frito con gambas

1 vaso de arroz Basmati
3 ramas de apio verde
12 gambones frescos
3 dientes de ajo
½ cebolla roja
½ Pimiento verde
3 Cucharadas de anacardos fritos
3 Cucharadas de guisantes
3 Huevos
2 Zanahorias
1 Limón
Cilantro y hierbabuena frescos

 
En Asia hay muchas formas de preparar el arroz, una de ellas es la que se conoce como “Arroz frito”, una técnica muy sencilla que permite preparar una multitud recetas, ya que el arroz en sí se cuece en agua y luego se mezcla con los ingredientes del plato.
Empezamos cociendo el arroz, que para esta receta debe ser de grano largo ¡ojo!, no vaporizado, que son dos cosas diferentes. En ingrediente hemos elegido el Basmati, que es una variedad hindú muy fácil de encontrar en nuestro mercado. Calculamos el doble de volumen de agua que de arroz, añadimos un puñadito de sal y llevamos a ebullición. Lo normal es que tarde unos diez minutos, pero lo mejor es comprobar que el agua se ha consumido y que aparecen unos agujeritos en la superficie. Se retira del fuego y se deja reposar.
Lo primero que haremos es la tortilla, para ello batimos bien los huevos con un chorrito de agua, un poco de sal y menta fresca o seca. En una sartén baja, tipo las de crêpes, vertemos los huevos batidos y dejamos que se cuaje. Cuando ya no haya partes líquidas, la enrollamos y dejamos reposar (se puede enrollar en la propia sartén o en una tabla aparte).
Vamos con el sofrito.
Empezamos por preparar todos los ingredientes porque vamos a saltearlos a fuego vivo para que se mantengan casi crudos y crujientes.
Picamos la cebolla, el pimiento, la zanahoria, el apio y el ajo y los echamos en un wok con un poco de aceite. Se saltea a fuego fuerte y al final añadimos los anacardos y los guisantes de conserva. Se remueve bien y reservamos.
Cortamos el rollo de tortilla y lo incorporamos al sofrito. Echamos igualmente el arroz cocido y los gambones crudos. Salteamos enérgicamente y ya está listo el plato.
Es conveniente rociarlo de cilantro fresco picado y acompañar de rodajas de limón para que cada comensal se lo condimente al gusto. También debe ponerse en la mesa una jarrita con salsa de soja
 

Cerdo agridulce

1 Kg de carne magra de cerdo
1 cerveza
harina (puede ser de trigo, garbanzos, maíz o arroz)
1 cebolla
1 pimiento verde
1 pimiento rojo
50 grs. de mantequilla
1 bulbo de jengibre fresco
1 naranja
1 vasito de vinagre de sake (o de sidra)
2 cucharadas de melaza o de miel

Parece ser que esta es una receta cantonesa muy antigua, concretamente de la región de Jiangsu, al norte de Shanghai, aunque la presencia de los pimientos, que son de origen americano, pone en duda su veracidad.
Como es lógico, durante tantos siglos ha sufrido mil variantes, hasta el extremo de que hoy día, en los restaurantes económicos chinos, se prepara con salsa agridulce industrial compuesta solo de agua, glutamato monosódico (GMS) y azúcar.
Nuestra receta es una delicia, pero lleva algo de tiempo.
Picamos el jengibre, sacamos unas cerillas de piel de naranja (sin lo blanco) y lo ponemos todo a confitar lentamente en mantequilla con el azúcar de caña y la sartén tapada. Cuando coja color, lo mojamos con el vinagre de sake, damos un ligero hervor e incorporamos el zumo de la naranja y la melaza. Así debe seguir haciéndose lentamente hasta obtener un aspecto de sirope. Es aconsejable pasarla por la minipimer y luego por un colador, porque el jengibre deja hilos que parecen pelos y así colada, resulta más fina.
A continuación vamos con el cerdo. Preparamos la masa del rebozado poniendo en un bol la cerveza y la harina escogida. Vamos añadiendo harina o líquido hasta obtener una masa cremosa y pegajosa, pero no líquida.
Cortamos la carne en piezas del tamaño de una ficha de dominó, salpimentamos generosamente y lo echamos al bol de la masa, removiéndolo todo bien.
En una sartén honda y con abundante aceite de soja, vamos metiendo las bolas de carne, procurando que no se toquen entre ellas. El aceite no debe estar demasiado caliente porque debe hacerse la carne sin que se queme el rebozado, así que según se vaya dorando, vamos  sacando la carne con la espumadera a un escurridor con papel absorbente. Vamos con los vegetales. En muchas recetas verán zanahoria y no es que esté mal, pero tampoco aporta mucho y es un producto foráneo, ya que no llegaron a China hasta el siglo XX, así que yo no las uso.
Lavamos y cortamos la cebolla y los pimientos del tamaño de una moneda de euro, lo removemos todo y lo echamos al wok con un chorrito de aceite de soja. Es suficiente con darles un par de vueltas para que se suavicen un poco,  recuerden que deben quedar crujientes, así que apenas deben freírse. Rociamos con la salsa agridulce, revolvemos todo bien e incorporamos el cerdo frito.
Debe ponerse una jarrita de salsa de soja y en este caso un bol con salsa china picante, para que cada uno lo sazone a su gusto.
 

Curry de pavo 

1 Kg. de pechugas de pavo
2 Limas
1 Cebolla
3 Ajos
1 Guindilla
Jengibre fresco
1 Yogur natural
1 Manojo de cilantro fresco
2 Cucharadas de salsa de tomate
Anacardos
Pasas
Laurel
Caldo de verduras
 
Para el curry
1 cucharada de comino
1 rama de canela
12 bayas de cardamomo
1 cucharada de semillas de cilantro
1 cucharada de granos de pimienta negra
1 cucharada de cúrcuma
½ cucharada de pimentón picante

Bajo el término curry se conocen varios conceptos, desde una especia en sí, hasta un sinfín de platos elaborados con unas salsas que también llevan ese nombre y cuya peculiaridad es que se preparan con una mezcla de especias que a su vez también se llama así.
Pero hay más. En la India hay mil currys, desde algunos muy suaves de las regiones cercanas al Himalaya, como Cachemira, hasta los abrasadores del sur, Andrha Pradesh, Kerala, Tamil Nadu..., lo que antaño se denominada genéricamente Madrás (hoy oficialmente llamado Chennai), y que son los más famosos, los conocidos currys de Madrás, que también son una interminable retahíla.
En realidad, en idioma tamil, curry quiere decir salsa (kari, que los ingleses convirtieron a su extravagante ortografía fonética por curry), de modo que es como si hablando de la cocina francesa dijésemos sauce, o sea, nada.
Este curry casero que les ofrecemos está en el perfil de los que podríamos genéricamente denominar Madrás, aunque sin pasarnos con la guindilla como suelen hacer por allí.
Empezamos por partir la pechuga de pavo en trocitos del tamaño de un huevo de codorniz, después la ponemos a macerar en el zumo de las limas (hemos puesto pavo porque funciona bien, pero también se podía haber puesto pollo o cordero, de hecho con éste último hubiera quedado más jugoso).
Mientras, podemos ir preparando la mezcla de especias, para lo que usamos un gran mortero donde machacamos las indicadas en “para el curry”.
Picamos fina la cebolla y el ajo y lo pasamos por la sartén con aceite ligero (soja, maíz u oliva refinado). Cuando empieza a coger color, añadimos la guindilla cortada en aritos, el jengibre picado, la salsa de tomate, el pavo y rehogamos. Incorporamos la mezcla de curry, removemos e incorporamos el caldo hasta adquirir consistencia de crema. Dejamos reposar y templar.
Mientras, en un bol, ponemos el yogur con el manojo de cilantro fresco picado y removemos con el almirez hasta que veamos que queda bien mezclado.
La parte delicada viene ahora, porque desde el momento que ponemos el yogur, la salsa no debe hervir para evitar que este se corte, así que solo se debe trabajar a fuego moderado.
Incorporamos la salsa de yogur, así como los anacardos, las pasas y la hoja de laurel.
Así debe reposar de un día para otro, porque los ingredientes se oxidarán modificando sus sabores y haciendo un conjunto mucho más armónico y agradable.
Al recalentar debe recordarse la máxima de calor moderado, así que mejor hacerlo en una sartén con tapa y dejarlo  con fuego suave.
Debe servirse con una guarnición de arroz Basmati y una salsa de yogur con pepino y menta fresca.
 

Dim sum 

12 Obleas de wonton
4 Gambones crudos
1/2 Pechuga de pollo
1/2 cebolla
2 dientes de ajo
1 Chile rojo fresco
Aceite de girasol

La palabra Dim sum, como casi todas las voces chinas, tiene muchos significados, pero el que más concuerda con esta comida es el de “bocados”, porque vienen a ser eso, bocados de mil cosas que se venden por las calles, y que los millones de ciudadanos que pueblan Cantón, sobre todo Hong Kong, comen continuamente, desde el desayuno hasta su vuelta a casa.
Esa era la tradición, pero ahora se sirven también en elegantes comedores, como el Dim sum Club, en restaurantes especializados en estas preparaciones cantonesas.
Vienen a ser como unas empanadillas que suelen cocerse al vapor, aunque también se comen fritas, y se pueden rellenar de todo, hasta de las combinaciones más inverosímiles.
He elegido esta de pollo y langostino porque es el sabor más clásico, como el más tradicional, aunque ya digo que se pueden ver cosas epatantes, como el pato con setas, realmente delicioso.
Vamos con el relleno.
Pelamos los gambones, les retiramos el cordón negro que contiene arena y los picamos más bien menudos.
Del mismo modo, picamos la pechuga de pollo, el chile rojo, la cebolla y los ajos, estos vegetales sí que deben ir picados muy finos.
En una sartén ponemos un poco de aceite de soja, vertemos todos los ingredientes y los salteamos ligeramente unos quince o veinte segundos, lo justo para que se revuelvan bien los sabores.
Dejamos reposar hasta que se puedan manipular sin dificultad. Este reposo hará milagros en el sabor. Probamos y rectificamos de sal y pimienta.
Extendemos las obleas de wonton y depositamos una cucharada de relleno en cada una. Con un pincel o con el dedo, humedecemos el perímetro para que se peque bien. Doblamos como una empanadilla y vamos apretando con los dedos haciendo pliegues hasta dejar bien cerrado cada paquetito.
Los vamos depositando en las vaporeras de mimbre y, a su vez, éstas sobre una cazuela de la misma medida, una sobre otra, para que el vapor vaya subiendo y cociendo todos los Dim sum a la vez. Es fácil saber cuándo están cocidos, basta con probar un piquito de masa para ver si sabe cruda, porque el relleno no necesita apenas calor.
Se sirven tal cual en la mesa, a ser posible con su propia tapita de bambú para mantenerse calientes, con unos pequeños boles con salsa de soja y agridulce para mojar cada cual a su gusto.
 

Hamachi Kama

4 Pestañas de mero
Especias japonesas
Col china
2 Zanahorias
Salsa de soja
Limón
wasabi
AOVE                            

Este es un plato que difícilmente encontrarán ustedes en los restaurantes japoneses europeos, ya que la especulación del suelo hace que las cocinas sean diminutas y los cocineros lo compren todo ya precocinado, con lo que no tienen nunca acceso a las pestañas de los peces que suelen llegarles ya fileteados.
En Japón se prepara con esa parte de unas carpas que llaman yellowtail, pero se puede hacer con cualquier pez, incluso si escogen uno de mar verán como resulta más sabroso.
Se trata de la parte del cuerpo que linda con la cabeza y a través de la cual se ven las agallas, lo que en español se llama collar, ijada, parpatana, pestaña u oreja, un gran hueso lleno pequeños huesecillos y cartílagos que hace de este plato una delicia para gourmets expertos en ictiología, ya quee hay que saber manejarse bien entre tanta traba.
Es una parte del pescado que contiene tal diversidad de sabores que podemos hacerlo al estilo de Osaka, es decir, simplemente a la parrilla sin ningún aditamento, y luego ya en la mesa los comensales podrán añadirle limón o salsa de soja.
Como no tengo parrilla, lo tuve que hacer a la plancha o sartén, y como usé una oreja grande (mero), tuve que dejar que se hiciese más tiempo de lo habitual. También lo sazoné con sansho no kona  y shichimitogarashi, además de mojar algún que otro trocito en salsa de soja con wasabi.
Antes de poner el pescado al fuego, es conveniente tener dispuestas las ensaladas que van a acompañarlo, porque es preceptivo que haya un elemento refrescante. En Japón comen nabo Daikon con todo, pero a mí no me dice nada, de modo que preferís hacer una ensalada con col china y zanahoria, aliñada con limón y AOVE, aunque este aceite sea poco ortodoxo en Japón.
 

Langostinos lacados

20 Gambones crudos
1 Bulbo de jengibre
1 Puerro
5 Dientes de ajo
1 Cucharada de manteca de cerdo
1 Cucharada de miel
1 Vaso de caldo de pescado (fumet)
1 vasito de sake
1 vasito de mirín
1 vasito de salsa de soja
1 Cucharada de mermelada de naranja amarga

Esta es una especialidad de Shangdong, una de las siete grandes cocinas chinas y cuya característica más destacable es el uso de los frutos de mar de Bohai, ese gran Golfo alimentado por el Mar Amarillo en el que ancestralmente se vivía de la pesca (hoy es la región de mayor tráfico marítimo del mundo y sus mayores ingresos proceden del petróleo).
Es un plato exquisito pero del que los rancheros de bodas han abusado y pervertido, así que, si lo han probado antes, olviden esa mala experiencia porque es una delicia.
Pelamos el cuerpo de los langostinos conservando la cabeza y el extremo de la cola.
En el wok, pondremos la manteca de cerdo, la miel, el puerro, el jengibre y el ajo picados, y rehogamos hasta que veamos que empiezan a secarse, entonces lo bañamos con el caldo, el sake, el mirín (o vinagre con azúcar), un chorrito desalsa de soja y una cucharada de mermelada de naranja amarga. Lo de la mermelada es un recurso un poco cutre, pero facilita mucho la tarea ya que en España es difícil conseguir salsa Wei Jing y hacerla es cruel.
Cuando veamos que empieza a adquirir textura densa, lo pasamos por el chino y recogemos esa salsa melosa en una sartén. Se calienta bien y, en le momento de comer (conviene que estén los comensales ya sentados), ponemos los langostinos y simplemente les damos una vuelta por cada lado, con eso quedarán jugosos, casi crudos en su interior, manteniendo el sabor del marisco, que se verá enmarcado y realzado por la salsa agridulce.
Debe servirse con hortalizas crudas cortadas en bastoncitos y ligeramente salteadas en el wok.
 

Pad Thai

12 gambones crudos
1 paquete de tallarines de arroz
3 huevos
1 bulbo de jengibre
1 bote de tallos de bambú o de soja
2 zanahorias
1 puerro
3 ramas de apio verd
1 paquete de tofu “seco”
2 cucharadas de pulpa de tamarindo o maracuyá
1 cucharada de salsa de pescado o de ostras
Salsa de soja o Tamari
1 bolsita de anacardos o cacahuetes fritos
1 manojo de cilantro fresco 

El Pad Thai es el plato nacional tailandés, algo así como nuestra paella, de modo que hay mil variantes en función de los ingredientes que predominen en esa región del país. Este que presentamos aquí respeta los sabores tradicionales pero se ha elaborado con productos fáciles de encontrar en cualquier mercado europeo.
Conviene disponer de un wok para saltear mejor el guiso.
Picamos las hortalizas en bastoncitos (el jengibre debe pelarse, cortarse en rodajas y luego éstas en palitos), el tofu en cuadrados del tamaño de un dado y escurrimos los tallos en conserva (si los conseguimos frescos, basta con lavarlos).
Ponemos un poco de aceite neutro (soja) en el wok y rehogamos estos ingredientes a fuego vivo, apenas un minuto y reservamos.
Para la tortilla, batimos bien los huevos con un poco de agua y un puñado de hojas de cilantro fresco picadas. En una sartén baja, tipo de crêpes, ponemos un poco de aceite y volcamos el batido. Cuando se vea que se ha cuajado, retiramos del fuego, enrollamos la tortilla y dejamos enfriar un poco para poder manipular. Se corta en rodajas y se añade al wok.
En una cazuela ponemos abundante agua con sal y llevamos a ebullición. Cuando hierva, echamos los tallarines y dejamos cocer apenas unos segundos (se ve perfectamente cuando se ponen blandos), los escurrimos y los añadimos al wok con el resto de ingredientes. Incorporamos la pulpa de tamarindo, la cucharada de salsa de ostras y un chorro de salsa de soja. Se rehoga un poco y se reserva.
Pelamos los gambones (quedan más bonitos si les dejamos la cabeza y la cola, pero depende de lo que hayamos comprado) y los pasamos por la sartén con un poco de aceite. Basta con pasarlos implemente por cada lado porque se hacen en segundos y conviene que queden jugosos.
Como ven en la foto, yo he dispuesto el plato con cierta estética, pero en Tailandia suelen ponerlo todo revuelto en el wok.
 

Pato lacado al estilo pekinés

1 Pato de corral
Melaza o miel de romero
12 obleas ad hoc
1 Puerro
1 manojo de cebollino
Salsa Hoisin

Según atestiguan numerosos documentos escritos, a principios del siglo XIII, cuando los mongoles conquistaron China y fundaron la dinastía Yuan, ya consumían esta delicia en sus palacios de Xanadú, pero fue la dinastía Ming la que adoraba tanto esta preparación que ya se conoce mundialmente por el nombre de su capital, Pekín.
Es realmente delicioso, pero también inviable de preparar en una casa ya que se necesita un gran horno de leña donde poder colgarlos para que se asen lentamente a la vez que escurren toda la grasa que se va fundiendo. En Internet verán muchos aficionados que dan consejos a lo loco, pero es como si hiciésemos una paella en una olla, al final tendríamos un arroz, sí, pero nada que ver con una paella porque su marca de calidad radica en que los granos queden bien sueltos, en el caso del pato, debe quedar completamente desengrasado.
En las grandes ciudades se suelen vender para recalentar en casa, lo cual puede ser una buena idea si lo han asado correctamente.
También está el lío de las obleas, porque si tenemos que hacer en casa las crêpes, entonces ya el plato es de suicidio. Se suelen vender ya hechas y listas para pasar ligeramente por una sartén al momento de comer.
Vamos a hacer uno con trampa.
Hay que comprar patos de corral, porque los que venden de las granjas donde se engordan para hacer Foie-gras, son demasiado grandes y tienen demasiada grasa.
Suelen venir ya limpios, es decir, sin tripas y desplumados. La técnica ortodoxa es coser bien los orificios e hincharlo con una bomba de bicicleta para separar la piel de la carne, pero hay que dominarla porque lo más probable es que no consigamos nada, así que lo haremos en plan chapuza, haciendo unos cortes en la piel para que, cuando se caliente y la grasa se funda, escurra fuera del cuerpo y quede este desengrasado, que es el objetivo.
Lo embadurnamos de melaza (o miel) con un pincel, y lo metemos al horno a 150ºC para que se haga muy lentamente. Vamos a hacer un truco colocándolo en la rejilla encima de la bandeja, así la grasa que escurra caerá en esta. Conviene poner un poco de agua en la bandeja para que la grasa no se queme y dé mal olor.
Al cabo de media hora lo sacamos, lo volvemos a barnizar de melaza, escurrimos la grasa de la bandeja y repetimos la operación. Lo más probable es que con una hora u hora y media de horno, ya esté listo, con la piel bien crujiente y la carne blandita, pero conviene comprobarlo porque si queda crudo es bastante asqueroso.
Para servir hay que trincharlo, sacando patas por un lado y pechugas por otro. Las pechugas se cortan en finas lonchas y se van comiendo bien calientes, envueltas en una crêpe, con salsa Hoisin y unos vegetales cortados en bastoncitos.
Luego se lonchean los muslos y antemuslos a ojo de buen cubero y se comen del mismo modo.
Realmente es un trabajo de chinos.
 

Pollo Tandoori

3 zancas de pollo
2 yogures
5 dientes de ajo
2 cucharadas de pimentón
2 cucharadas de cúrcuma
3 cucharadas de comino en polvo
1 cucharadita de orégano
1 cucharada de tomillo
1 cucharada de cardamomo
1 cucharada de pimienta negra
1 cucharada de pimienta roja
1 cucharada de jengibre en polvo
1 limón
aceite de oliva virgen extra, sal

Tandoor o Tandoori es el nombre que recibe un horno de barro donde se asan muchos platos hindúes, pero también es el nombre que estos reciben, es decir, en castellano correcto, este plato debería llamarse pollo asado en horno de leña.
El problema es que el resultado se parecería en poco al nombre, porque a la vista de los ingredientes, ya podrán imaginarse como queda el animalito.
Hay preparaciones que vienen con el nombre de “Tandoori”, porque en realidad es un “Garam masala”, lo que tampoco quiere decir nada porque significa “Mezcla de especias”, de modo que hay miles de combinaciones, quizá millones.
Quizá les sorprenda ver el pimentón entre los ingredientes. En realidad debería ser lo que se denomina “Kashmiri Red Chilli”, algo así como Pimientos rojos de Kachemira, que se venden secos, como nuestras guindillas, y en polvo, como nuestro pimentón. Esta especia es la responsable de que el plato sea más o menos picante, pero también de su color. A más cúrcuma, más anaranjado quedará el pollo, a más Kashmiri, más rojo.
Vamos con la receta.
Le pedimos al carnicero que nos pele el pollo y que nos parta las zancas en tres trozos, de esta forma la carne se impregnará mejor del adobo.
El día antes lo adobamos. En una fuente grande ponemos los yogures, el zumo del limón, los ajos muy picados y el resto de las especias. Removemos bien y cuando vemos que no quedan grumos, metemos el pollo procurando que cada pieza se embadurne bien por todas partes. No está de más darle algunas vueltas durante el proceso de maceración, porque el pollo suelta agua y conviene envolverlo bien.
Si tenemos paciencia, podemos hacer como los indios, que es meter en el horno bien caliente, la carne adobada en una fuente de barro y, cuando empieza a tostarse, se retira se da la vuelta y se vuelve a meter. Cuando empieza a tostarse esa otra cara, se retira de nuevo y se deja descansar. Esta operación ha de repetirse tres o cuatro veces para que la carne se caliente y se enfríe, con lo que se va cociendo poco a poco y al final queda tostadita por fuera y jugosa por dentro.
Es tradicional acompañar este asado con una ensalada de cebollas y una porción de arroz basmati.
  

Sashimi variado

100grs. de salmón
100grs. de atún rojo
1 Caballa
1 Calamar terciado
4 Langostinos
1 Nabo Daikon
Wasabi y salsa de soja

En Europa suele confundirse este plato con el Sushi, pero no tienen nada que ver porque este consiste en pescado crudo, mientras que el segundo es una preparación de arroz, que puede llevar alguna loncha de pescado crudo, o no. 
El sashimi no es un plato popular, sino la comida de lujo por excelencia en la hostelería nipona.
Un buen cortador de Sashimi es considerado como un artista, algo que por otra parte es habitual en este país donde la frontera entre artista y artesano es mucho más delgada que en Occidente.
Para lograr resultados brillantes en esta preparación hay que tener en cuenta tres aspectos
  • La selección y calidad de los ingredientes.
  • La belleza del conjunto
  • La variedad y limpieza de los cortes.
En mi web tengo descritos una decena de ellos, por lo que no puedo entrar en esos detalles porque una somera información, ya me llevaría varias páginas.
Grosso modo les daré un par de ideas generales.
Del calamar solo se consume el manto (bolsa o cuerpo), que debe limpiarse de las telillas interna y externa, luego se abre y se corta en tiras como las rabas.
A la caballa hay que retirarle una piel transparente externa que es correosa y únicamente aprovechar los lomos superiores, que cortaremos en taquitos o lonchitas. Con el resto haremos un picadillo con el que prepararemos un tartar como el que describimos un poco más adelante.
Con el atún y el salmón haremos un taco regular, un paralelepípedo que cortaremos en filetes que nos quepan bien en la boca al momento de servir. Los recortes que nos queden se añaden al picadillo.
Los langostinos se pelan y se les quita el cordón que les recorre el lomo ya que contiene arena. Solo servimos el cuerpo que se puede partir en dos mitades. Es importante que sea muy fresco, no valen los gambones importados porque pueden contener bacterias.
El corte del nabo es todo un arte, pero lo más fácil es rallarlo y meterlo en agua helada durante unos minutos.
La salsa de soja y el wasabi se sirven aparte y la disposición de los distintos frutos de mar debe hacer por especies y buscando hacer un mosaico vistoso.
Recuerden que el Sashimi no lleva arroz, por lo que hay poner un bol con Gohan para cada comensal, o incluir en la decoración algunas porciones de Nori Maki-Sushi, Nigiri Sushi o cualquier otro sushi.
 

Sukiyaki

1/2 Kg de solomillo o entrecot de buey
1/4 Kg de grasa de buey
2 piezas de Tofu
1 haz de fideos de arroz
1 taco (50grs) de espinacas congeladas
1/5 Kilo de judías verdes frescas
1 cebolla
8 setas sihitake
1 nabo
2 zanahorias
2 puerros
4 huevos
1 taza grande de salsa de soja
1 taza grande de mirin

Antes de que la cocina japonesa irrumpiese en nuestra sociedad, me refiero a los años sesenta, hubo un cantante llamado Kyu Sakamoto que puso de moda una balada llamada “Ue o muite aruko”, pero como nadie sabía lo que eso quería decir, pues un productor inglés llamado Louis Benjamín, la comercializó en su compañía Pye Records como Sikuyaki, que en España tampoco sabíamos lo que era, pero que triunfó de tal forma que este cocido de verduras y carne de ternera se convirtió en un plato mundialmente famoso.
Tradicionalmente era un plato festivo que se preparaba en el campo, en una hoguera, y del que comía toda la familia, pero desde que saltó a la fama, la hostelería desarrolló técnicas sofisticadas para hacerlo en la mesa a la vista de los clientes.
Ponemos en la mesa un “rechaud” grande o incluso una cocinita de camping gas (ya las venden ad hoc para las fondues) y sobre ella calentamos vivamente un plato de hierro fundido de Sukiyaki (los venden en muchas tiendas de complementos de hogar)
Cuando comprobemos que está bien caliente, pasamos por la superficie el trozo de grasa, con lo que empieza la fiesta y la humareda. Cuando hayamos engrasado bien el plato y achicharrado la grasa, echamos la carne, el puerro, la cebolla, la zanahoria y las judías verdes, por ese orden y rehogamos todo procurando no mezclar los diferentes productos.
Cuando veamos que se empiezan a tostar, vertemos las salsas, con lo que saldrá otra humareda, aunque esta vez de vapor muy agradable, porque olerá al conjunto de los ingredientes tostados y a guiso japonés (es muy característico).
Entonces colocamos el resto de los ingredientes, buscando huequitos que de alguna forma adornen, vamos disponiendo por un lado el verde de las espinacas, por otro el blanco del tofu, el pardo de las setas y un poco por doquier, el nabo rallado y los fideos (estos bien sumergidos para que se hagan).
Así debe cocer unos diez minutos.
Mientras, en cada bol, ponemos un huevo que batimos con los palillos y cuando el guiso esté listo, cada cual se va sirviendo de la cazuela que seguirá al fuego hasta que se acabe el Sukiyaki.
  

Sushi de atún rojo

600 grs. de atún rojo en un bloque limpio
1 taza grande de arroz de grano redondo
Alga Nori
Salsa soja o Tamari (sin gluten)
Wasabi

Hay quien piensa que el Sushi es un plato de pescado crudo, pero en realidad es un plato de arroz moldeado que se enriquece con muchas cosas, por supuesto que entre ellas destacan los pescados crudos, pero también puede haber huevas en conserva, tortilla, vegetales, carne a la brasa, etc.
Dicho esto comprenderán que el nudo gordiano está en cómo preparar el arroz.
El gran truco es que este, que ha de ser de grano redondo, debe lavarse bien para retirar el exceso de almidón y después reposar al menos media hora para hidratar su capa externa.
A continuación se pone en un cazo con su mismo volumen de agua (mejor 1/1,2), un poco de sal y se lleva a ebullición. Así debe permanecer cinco minutos y después, a fuego medio, hasta que aparezcan chimeneas en la superficie, señal de que está sin agua. Dejamos reposar otros cinco minutos y volcamos el arroz en una superficie bien limpia. Es preceptivo abanicarlo para evaporar el exceso de vapor. A continuación se rocía con el Sushi Su (vinagre de sake aderezado para sushi), se remueve y se deja reposar unos minutos para que absorba el aliño.
Si hacemos un makisushi, usaremos una esterilla para envolver el arroz en alga nori, pero si hacemos un niguirizushi como el de la foto, que es el más ortodoxo, debemos tener a nuestro lado un gran bol con agua templada para mojar las manos antes de moldear cada bolita. Es importante contar con que estas deben poder comerse de un solo bocado, así que no deben tener más de tres o cuatro centímetros de largo.
Una vez preparados los bocados de arroz, cortamos la pieza de atún en filetes del mismo tamaño (quizá un par de centímetros más para que caiga por los extremos) y procedemos a montarlos.
Es habitual poner un poco de wasabi (pasta de rábano verde, mal llamada mostaza) sobre cada pieza de arroz, y encima el atún.
Podemos cortar unas cintas de alga nori y con ellas sujetar el “paquetito”, aunque es más bien ornamental.
Se comen mojando en salsa de soja (o tamari para los celiacos), que también puede hacer picante con wasabi.
 

Tartar japonés de salmón

1 Kg de salmón fresco
1 Puerro
½ bulbo de jengibre
Salsa de soja
Wasabi 

En realidad en Japón no preparan tartares propiamente dichos, lo más parecido es el Aji no sugata-Zukuri, que es un tipo de sashimi, un pescado troceado que cada cual moja en la salsa de soja, pero cuando preparamos un Hira-Zukuri, un Sogi-Zukuri, o un Usu-Zukuri, los cortes más nobles, siempre nos quedan recortes que se suelen servir como Kaku-Zukuri, o incluso más picados, lo que vendría a ser un tartar.
En este caso hemos elegido uno de los pescados de lujo con más predicamento en ese país, el salmón, y para el aliño del tartar vamos simplemente a repetir lo que sería la forma de comerlo en Sashimi.
Ya he dicho que se prepara con los recortes, incluso en un Sashimi tradicional queda muy bien poner un montoncito de este tartar. Así pues picamos bien fina la carne, limpia y sin espinas (en la foto se ve un poco más grande para recalcar que no se ha triturado). En un bol ponemos un chorrito de salsa de soja, una cucharadita de wasabi y, como yakumi (aromatizante), unas rodajas muy finas de puerro crudo (de la zona que pasa del verde al blanco), unos hilos de piel de limón (solo lo amarillo) y unas ralladuras de jengibre fresco.
Batimos bien, añadimos el salmón y a partir de aquí se remueve lentamente, a ser posible con palillos de cocina o con una cuchara de madera.
Se puede servir como plato o como parte de un sashimi variado.
 

Tempura de langostino

4 langostinos
1 bolsa (1/2 Kilo) Harina Tempura
1 frasco de Salsa Ten-Tsuyu
1 calabacín
1 zanahoria 
6 ramas de perejil
6 espárragos trigueros
6 judías verdes o tirabeques

Es curiosa la historia de este plato, hoy icono de la cocina japonesa pero cuyo origen es español, las famosas frituras andaluzas que llevara a ese país el franciscano Fray Pedro Bautista, ya San Pedro Bautista, en 1593 con motivo de una misión pacificadora ante el poderoso e iracundo shogun Hideyoshi Toyotomi, oTaykosama, como le llaman los libros de historia en España.
Se llama “Tempura” por los ayunos de témporas que hacían estos monjes afincados en los monasterios que levantaron en Kyoto, Nagasaki y Osaka. Los japoneses, que según palabras del propio San Pedro Bautista “son gente moderada en el comer y en el beber”, vieron en aquellas frituras una forma delicada de preparar pescados, mariscos y hortalizas, de modo que la adoptaron aunque buscando la forma más etérea posible.
Así ha de usarse harina de arroz, de trigo para repostería, maicena o directamente de harina de Tempura, que ya viene mezclada con huevo liofilizado (es lo más fácil, salvo que haya algún celiaco en la mesa, en cuyo caso hay que usar maicena o arroz).
El secreto es usar agua helada para que la masa quede muy lisa.
Hay que contar con que se va a comer con palillos, de modo que todo lo que preparemos debe tener el volumen de un bocado, salvo el langostino que se puede dejar entero, con el último trozo de cola sin pelar para poder cogerlo con los dedos y morderlo.
Hay quien pasa los ingredientes por una mezcla de sake y sal antes de por la masa. En su forma más ortodoxa se debe freír en aceite de sésamo, pero lo importante es que este esté bien caliente para que la fritura no se engrase y pueda servirse apenas dorada y esa costra crujiente, abultada, pero muy fina, casi imperceptible, nada que ver con esos blindajes con que suelen obsequiarnos en las recepciones españolas.
Debe servirse siempre un bol de salsa Ten-Tsuyu, una mezcla de caldo, salsa de soja, sake dulce, ralladura de jengibre, de rábano y especias, así que mejor comprarla ya preparada.
 

Ternera en salsa de ostras

½ litro de caldo de pollo
½ kilo de carne magra de ternera
1 zanahorias
1 cebolla
1 puerro
50 grs. de anacardos fritos
1 bote de brotes de Bambú
1 bandeja de setas Shiitake
1 bola de jengibre
2 dientes de ajo
Salsa de ostras

La salsa de ostras se descubrió por descuido en la ciudad cantonesa de Zhuhai por un criador llamado Lee Kam Sheung, pero su éxito fue tan grande que en pocos años se convirtió en una poderosa empresa, la Lee Kum Kee, que empezó a vender su invento por todo el planeta.
Obviamente lo que hoy se compra como tal no tiene nada que ver con la original, pero es un sabor tan penetrante que instantáneamente notaremos el sabor de China en nuestra boca.  
La receta es sencilla porque se parece bastante a nuestros salteados.
Ponemos en el wok la cebolla picada, los ajos machacados, el jengibre rallado y el pimiento en tiras. Se rehoga a fuego fuerte para que no confite y se dore rápido conservando parte de su textura natural.
Añadimos las setas cortadas, los brotes de soja frescos y los anacardos, rehogamos un poco y mojamos con el caldo al que añadiremos un chorrito de salsa de soja y una cucharada de salsa de ostras. Conviene controlar esta última porque es muy salada y nos puede arruinar el plato.
Debe evaporarse el caldo hasta que el guiso ofrezca una consistencia ligeramente cremosa, como viscosa, entonces echamos los escalopines de ternera que habremos cortado al tamaño de un dátil.
Una vez la carne dentro del guiso, se sirve inmediatamente para que esta no se ponga dura. Como son filetitos muy finos, con apenas el calor residual ya no se verán crudos.
Se puede presentar con unos granos de ajonjolí tostados y, si el presupuesto lo permite, antes de echar la carne metemos cuatro ostras, apenas un minuto para que se cuajen y su agua dé sabor, procurando ponerlas sobre cada plato para realzar la creación.
 

Yaki Sake

800 g. de salmón en dos rodajas gruesas
1 vaso de sake
1 copa de mirin
1 copita de salsa de soja
1 pepino

En Japón hay una forma muy popular de preparar los pescados llamada Shioyaki, que consiste en macerar, salar o aliñar los pescados, y luego asarlos a la parrilla, con lo que ofrecen un bello color dorado y un aspecto lacado, además de un sabor delicioso.
El Yaki Sake es una especialidad que se prepara con salmón, uno de los pescados más valorados en esa cocina.
 
Limpiamos las rodajas de salmón separando las dos mitades y retirando espinas y hueso. Si somos manitas, dejamos la piel ya que, bien tostada, resulta crujiente y deliciosa, pero debe limpiarse minuciosamente de escamas, de lo contrario, es mejor retirarla y hasta lavar los lomos.
En un plato sopero mezclamos los ingredientes del aliño (ya se vende en España esta salsa que se llama Teriyaki, pero aquí indico cómo se hace en casa) y sumergimos los lomos de salmón, procurando que queden bien cubiertos. Así deben permanecer un par de horas, dándoles una vuelta de vez en cuando.
Al pepino le retiramos los extremos y lo cortamos con la mandolina en laminillas muy finas. Se mezcla con sal gorda y se deja sudar. En el  momento de hacer la parrilla, se sacuden, se lavan y se secan muy bien con un paño, apretando para que queden completamente secos. Luego se aliñan ligeramente con un poco de vinagre de sake.
Ponemos el salmón en la plancha (o sartén) a fuego bien alegre (si hemos dejado la piel, empezaremos por dorarla hasta que veamos que queda crujiente), doramos una cara, bajamos el fuego, damos la vuelta y cubrimos cada pieza con las láminas de pepino maceradas, con el fin de que preserven el calor y nutran la parte tostada con más salsa.
Esto del pepino es opcional porque también se suele servir simplemente lacado con el pepino al lado como una ensalada de guarnición.

Yakitori de pollo

2 pechugas de pollo
3 puerros
Salsa Teriyaki
12 pinchos de bambú

En Japón, esta es toda una forma de comer y hasta hay restaurantes donde solo sirven yakitoris de mil tipos, llamados “izakaya”, que significa “tienda de sake”, porque es habitual que, después de la dura jornada laboral, los ciudadanos se zampen unos pinchitos con una botellita de sake antes de ir a cenar casa. Como nuestros pinchos, vaya, porque encima ya no beben sake sino cerveza.
Estos son los más corrientes y a la vez los más representativos, así que manos a la obra.
Lo más laborioso es montar los pinchos, de modo que podemos dejarlos montados y lacarlos al momento de comer.
Lavamos los puerros y los cortamos a un tamaño que permita comerlos de un bocado, unos dos centímetros. A ese mismo volumen, cortamos la carne de pollo.
Se pueden poner otros vegetales y otras partes del pollo, pero para empezar así está bien. También se pueden intercalar los productos a nuestro gusto. Yo empiezo pinchando un trocito de puerro, otro de pollo, puerro, pollo y termino con puerro.
Rociamos con la salsa Teriyaki y dejamos reposar hasta el momento de comer. Si disponemos de parrilla, pues mejor, si no es el caso, utilizamos la plancha.
Se ponen con el fuego no muy fuerte y, cuando veamos que empiezan a caramelizar, se dan la vuelta para que queden igual por ambos lados. Se puede añadir un poco más de salsa durante el asado para que queden bien lacados.
 

Asian recipes

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Excerpt from the book “Pairings of spanish wines with exotic cuisines”.

Pueden ver la versión española pinchando en Recetas asiáticas

 

 

The ingredients are calculated for 4 people

Assorted sashimi

100 grs. salmon
100 grs. red tuna
1 mackerel
1 medium-sized squid
4 prawns
1 Daikon turnip
Wasabi and soya sauce

This dish is usually confused with sushi in Europe, but they are totally different. Sashimi consists of raw fish, while sushi is a preparation of rice which can have some slice of raw fish or not.
Sashimi is not a popular dish but the luxury food par excellence in Japanese cuisine.
A good sashimi cutter is considered an artist, something usual in this country, where there the difference between an artist and a craftsman is not as definite as in the Western world.
There are three key aspects that must be taken into account to achieve brilliant results in this preparation: the selection and quality of the ingredients, the beauty of the dish and the variety and cleanness of the cuts. I have described a number of them in my web so I will not repeat it; I will only give you a couple of general ideas.
Only the tube of the squid must be used, clean and without tissues, both inner and outer. It must be split and cut into strips.
Take off the transparent skin of the mackerel, which is leathery. Use the upper sides, cut into slices or small dices. Chop the rest to make a tartar as is described in its recipe.
Tuna and salmon must be cut into blocks and then filleted into pieces to fit in the mouth. Use the cut-offs for the tartar.
Peel the prawns and take off the cordon, since it may contain sand. Use the bodies, split in two halves. They must be very fresh; do not use imported prawns, which may contain bacteria.
Cutting the turnip is difficult; you may simply grate it and put it in icy water for some minutes.
Soya sauce and wasabi must be served separately and the seafood must be arranged according to species and trying to get an attractive mosaic.
Remember that sashimi has no rice in it, so each diner must have a bowl with Gohan. You may also garnish the dish with some pieces of Nori Maki-Sushi, Nigiri Sushi or any other sushi.
 

Chicken Yakitori 

2 chicken breasts
3 leeks
Teriyaki sauce
12 bamboo skewers

This is a very popular way of eating in Japan.
There are even restaurants where only yakitori is served, prepared in a thousand ways. They are called izakaya, which means “sake shop”, and people often go there after work to have some skewers with sake before going home for supper.
A very similar custom as Spanish pinchos, mainly because they do not usually drink sake but beer.
We are going to prepare the most popular and usual yakitori. The most time-consuming part is to make the skewers, so we can prepare them in advance.
Wash the leeks and cut them into bite-sized pieces. Chop the chicken in a similar way.
Other vegetables and other parts of the chicken may be used, but I like them this way. The order can also be varied at taste. I usually start with a piece of leek, than chicken, leek, chicken and leek again to finish. Coat with Teriyaki sauce and marinate until the moment of eating.
They can be cooked on a grill or on a griddle. The heat must not be very strong. Turn them over when they start getting caramelized. More sauce can be added during cooking until they are completely lacquered.

 

Dim sum 

12 wonton wafers
4 large raw shrimps
1/2 chicken breast
1/2 onion
2 garlic cloves
1 fresh red chilli pepper
Sunflower oil

The word "dim sum", as most Chinese words, has got many meanings, but the most appropriate one for this dish is "bites", because that is what they are, bites of a thousand things that are sold in the streets and consumed by the millions of citizens in Canton, mainly in Hong Kong, since breakfast until they go back home at night.
Nowadays they are also served in elegant restaurants specializing in those preparations, such as the Dim sum Club.
They are small pasties that are usually steamed, sometimes fried, and can be stuffed with anything, even the most incredible combinations.
I have chosen chicken and shrimps because it is the most traditional flavour, but there are some really amazing fillings, such as duck and mushrooms, a delicacy.
To prepare the filling, peel the shrimps and take off the black cord, which can have sand in it. Cut them into very small pieces.
Cut the chicken breast, red chilli pepper, onion and garlic very thinly.
Put some soya oil in a frying pan, pour all the ingredients in it and sauté for fifteen or twenty seconds, just to mix the tastes.
Let stand for a while, until you can manipulate them with no difficulty. This will enhance the tastes. Try and add salt and pepper to the taste.
Lay the wafers out and put a spoonful of the filling on each one. Wet the rim so that it sticks well. Fold them and press along the rim with your fingers until each package is totally closed.
Put them in wicker steamers and these in turn in a pot the same size, on top of one another, so that the steam goes up and cooks all the dim sum at the same time. It is easy to know when they are ready, you only have to try a little bit of the dough and check if it tastes raw, since the filling needs very little heat.
Serve as they are, with their own bamboo covers if possible to keep them warm and soya and sweet-and-sour sauce in small bowls to dip them to taste.
 

Fried rice with shrimps

1 glass Basmati rice
3 sticks green celery

12 large fresh shrimps

3 garlic cloves

½ red onion

½ green pepper

3 spoonfuls fried cashew

3 spoonfuls peas

3 eggs

2 carrots

1 lemon

Fresh coriander and spearmint

Rice can be cooked in many ways in Asia. One of them is what is known as “fried rice”, a simple cooking technique that is included in many recipes, as the rice is boiled in water and then mixed with the ingredients of the dish.
Start by boiling the rice, which must be long-grain but not parboiled. We have chosen Basmati, an Indian variety that is easy to find in our market. Calculate double volume of water than rice, add salt and bring it to boil. Ten minutes should be enough, but make sure that the water has been absorbed and there are small holes on the surface. Set aside.
Now we have to cook the omelette. Beat the eggs with a dash of water and fresh or dry spearmint. Pour it in a low frying pan, crépe-style, and wait until it sets. When there are no liquid parts left, roll it –in the pan or on a table- and set aside.
To make the stir-fry, prepare all the ingredients at the same time. We are going to sauté them on a strong heat so that they are crispy and almost raw.
Chop the onion, pepper, carrot, celery and garlic. Put them in a wok with a little oil. Sauté them over a strong heat, add the cashew and the peas and stir well.
Chop the omelette roll and add it to the stir-fry. Add the boiled rice and the raw shrimps. Sauté strongly and the dish is ready.
It is advisable to sprinkle some chopped fresh coriander on it and put some lemon slices aside so that each diner can add it to taste. A jug with soya sauce must also be on the table.
 

Hamachi Kama

4 collars of grouper
Japanese spices

Chinese cabbage

2 carrots

Soya sauce

Lemon

Wasabi

Extra virgin olive oil

This dish is hard to find in Japanese restaurants in Europe, because land prices make them have tiny kitchens and use pre-cooked food. As a consequence, cooks cannot use the collars of fish, which is usually bought in fillets.
In Japan it is usually prepared with the collars of a farming perch called “yellowtail”, but you may use any fish. It will certainly be tastier with sea fish.
The collar is the part of the fish that is close to the head, through which the gills can be seen. In Spanish it is known by a variety of names: collar, ijada, parpatana, pestaña, oreja… It is a large bone full of smaller bones and cartilages that make it difficult to eat except for gourmets who know about fish, but it is a delicacy. This part of the fish offers such a variety of tastes that it can be cooked Osaka-style, which is simply grilled without anything else, and diners may add lemon or soya sauce to it at the table.
I do not have a fire grill so I had to grill it on a griddle, and I had to cook it for longer than usual because I used a big collar –grouper, not yellowtail. I seasoned it with sansho no kona and shichimitogarashi, and dipped some small pieces in soya sauce with wasabi.
Before cooking the dish you should prepare some salads as side dishes, because there must always be some refreshing element. Daikon turnip is the usual Japanese choice, but I do not fancy it, so I made a salad with Chinese cabbage and carrot, seasoned with lemon and extra virgin olive oil, although this kind of oil is not orthodox in Japan.

Japanese salmon tartar

1 kg. fresh salmon
1 leek

½ ginger bulb

Soya sauce

Wasabi

Actual tartars are not usually prepared in Japan. Their closest dish could be Aji no sugata-Zukuri, which is a kind of sashimi, chopped fish dipped in soya sauce, but when you prepare Hira-Zukuri, Sogi-Zukuri, or Usu-Zukuri , the noblest cuts, there are always trimmings that can be used as Kaku-Zukuri or even smaller, which would be a tartar.
In this case we have chosen salmon, one of the most valued luxury fish in this country, seasoning it the same way as we would with a sashimi.
Even a traditional sashimi looks good with a small pile of this tartar, made from the trimmings.
To start with, then, chop very thinly the fish, clean and boneless. It is a bit bigger in the picture, to show that it has not been ground.
Put a teaspoon wasabi and a dash of soya sauce in a bowl. Add some very thin slices of raw leek (from the part where green and white mix), some trips of lemon peel (just the yellow part) and grated fresh ginger as yakumi (flavouring).
Beat well, add salmon and stir slowly using chopsticks or a wooden spoon.
It can be served by itself or as a part of an assorted sashimi.

Lacquered prawns

20 raw prawns
1 ginger bulb

1 leek

5 garlic cloves

1 spoonful lard

1 spoonful honey

1 glass fish stock (fumet)

1 small glass sake

1 small glass mirin

1 small glass soya sauce

1 spoonful bitter orange marmalade

This is a speciality from Shangdong, one of the seven great Chinese cuisines, whose most remarkable feature is the use of seafood from Bohai, that wide gulf fed by the Yellow Sea where people have lived from fishery from ancient times. Nowadays it is the area with the greatest maritime traffic in the world and its biggest income comes from oil revenues.
It is a delicious dish that has been abused by wedding caterers, so if you have tried it before, forget that bad experience as it is a delicacy.
Peel the body of the prawns, keeping the head and the tail. In a wok, put the lard and honey together with leek, ginger and garlic thinly chopped. Cook it until it starts getting dry. Add the fish stock, sake and mirin (or vinegar with sugar), a dash of soya sauce and a spoonful of bitter orange marmalade. The marmalade substitutes Wei Jing sauce, which is difficult to get in Spain and even more difficult to cook.
When it starts getting a dense texture, pass it through a Chinese strainer and put it in a frying pan. Heat well and, when the diners are already sitting at the table, add the prawns, cook quickly on both sides and remove. They must be juicy, almost raw inside, keeping the seafood taste, enhanced and framed by the sweet-and-sour sauce.
As a side dish, prepare some vegetables cut into small sticks and slightly sautéed in a wok.

Orange duck wings

12 confited duck wings
1 large onion

2 oranges

5 garlic cloves

1 ginger bulb

2 spoonfuls brown cane sugar

Extra virgin olive oil, salt and pepper

The boring part of this recipe is to prepare and caramelize the wings, but they can be purchased canned and they are high quality.
Start with the sauce. Peel and slice the onions. They used to be fried in duck fat, but it will be much healthier to use extra virgin olive oil. Cook on a low heat.
Meanwhile, peel the ginger, slice it and cut the slices into sticks. Its taste will be hardly noticed once cooked, because the acid in the orange will neutralize the itchy taste, but it is enjoyable to find small bits in the sauce.
Chop the garlic. When the onion starts to brown, add the garlic and the ginger, and sprinkle the brown sugar on it. Grate the peel of one orange and add it to the stir-fry.
Squeeze the oranges and add the juice to the stir-fry when it gets caramel-colour. The peels can also be added, or half an orange slice for garnish. Cook until it gets a texture like syrup and set aside.
Fry the wings in their own fat (they are prepared that way in the can). When the skin is crispy, transfer them to the serving dish and cover with the sauce.
It is advisable to garnish the dish with sliced raw leek, known as Yakumi, which will enhance the tastes by contrast.

 

Pad Thai

12 raw prawns
1 packet rice noodles
3 eggs
1 ginger bulb
1 can soya or bamboo stalks
2 carrots
1 leek
3 stalks green celery
1 packet dry tofu
2 spoonfuls tamarind or passion fruit pulp

1 spoonful oyster or fish sauce
Soya sauce or Tamari
1 small bag cashews or fried peanuts
1 bunch fresh coriander 

Pad Thai is the national dish in Thailand, the same as our paella here, so there are a thousand variations according to the ingredients available in each area. This Pad Thai respects traditional tastes, but it has been cooked with ingredients that are easy to find in any European market. It should be cooked in a wok.
Cut the vegetables into small sticks (ginger must be peeled, sliced and then cut into sticks), dice the tofu and drain the stalks (or wash them if they are fresh).
Put some neutral (soya) oil in the wok and sauté these ingredients for a minute on a strong heat. Set aside.
For the omelette, beat the eggs with a dash of water and some fresh coriander leaves thinly chopped. Put some oil in a low frying pan, crêpe-style, and pour the beaten egg into it. When it sets, remove from heat, roll the omelette, slice it and add to the wok.
Fill a saucepan with salted water and take it to the boil. Add the noodles and let them boil for a few seconds –you can easily see when they get soft. Drain and add to the wok with the rest of ingredients. Add the tamarind pulp, a spoonful of oyster sauce and a dash of soya sauce. Cook a bit a set aside.
Peel the prawns (they look better if the heads and tails are kept) and sauté them in a frying pan for a few seconds – they must be juicy.
As you can see in the picture, I have set my own dish presentation, but in Thailand it is usually served all mixed up in the wok.

Peking lacquered duck 

1 free-range duck
Molasses or rosemary honey
12 wafers “ad hoc”
1 leek
1 bunch chive
Hoisin sauce 

As evidenced in many written documents, at the beginning of the 13th century, when the Mongols conquered China and established the Yuan dynasty, they already used to eat this delicacy in their palaces in Xanadu, but it was the Ming dynasty who loved this preparation so much that it became known worldwide by the name of their capital, Peking.
This dish is really delicious, but it is impossible to cook at home because it requires a large wood-fired oven where the ducks can be hung to get slowly roasted at the same time they drain off their fat. You may find many amateurs on the Internet offering advice about how to cook this dish, but that is like cooking paella in a pot; you will cook rice but it won’t be paella because the quality mark of paella is that the grains must be loose. In the case of Peking duck, it must be totally fat-free.
In big cities it is usually sold to reheat at home, which is a good option if it has been properly roasted.
The same happens with the wafers. If you have to cook these crêpes at home you may go mad. They are usually sold pre-cooked and only have to be slightly heated on a frying pan at the moment of eating.
We are going to cook this duck using some tricks.
You must get a free-range duck. The ducks that are usually sold come from farms when they are fattened to make foie gras, so they are too big and have too much fat. They are usually sold plucked and drawn. The orthodox technique is to sew up all the holes and inflate it using a bicycle pump, so that the skin gets detached from the meat, but that is not an easy task, so you can simply make some cuts in the skin so that the fat drains out when it melts.
Coat the duck with molasses or honey, using a brush, and cook it in the oven at 150ºC, very slowly. A trick is to place it on the grid over the tray so that the melted fat falls on it. Put some water in the tray so that the fat does not get burnt causing a bad smell.
After half an hour, take it out, coat it again with molasses, take the fat off the tray and repeat. It should be ready in one hour or one hour and a half. Check that the skin is crispy and the meat is soft.
Carve the duck before serving, separating legs and breasts and slicing the breasts thinly. These slices are eaten folded in a crêpe, with Hoisin sauce and some vegetables cut into small sticks. The legs are sliced and eaten in a similar way. 

Prawn tempura

4 prawns
1 bag (1/2 kilo) tempura flour
1 bottle Ten-Tsuyu sauce
1 courgette
1 carrot
6 sprigs parsley

6 wild asparagus
6 snap peas ("tirabeques") 

This dish has a curious history. Today it is an icon of Japanese cuisine, but its origin is Spanish, from the famous Andalusian fried snacks taken to that country by the Franciscan Fray Pedro Bautista -now St. Pedro Bautista- in 1593, on the occasion of his peacekeeping mission to the powerful and irate Shogun Hideyoshi Toyotomi, orTaykosama, as he is called in Spanish History books.
It is named tempura after the "témporas" fasts performed by these monks in their monasteries in Kyoto, Nagasaki and Osaka. The Japanese, who were, according to St. Pedro Bautista himself, "moderate people in eating and drinking", liked that delicate way of preparing fish, seafood and vegetables, and adopted it, but trying to find the most ethereal way possible.
Therefore, it must be cooked with rice, corn or wheat pastry flour, or right with tempura flour, which is mixed with lyophilized egg. That is the easiest way, but if there is some celiac person among the guests you will have to resort to corn or rice flour.
One important trick is to use icy water for the batter so it gets very smooth.
It is going to be eaten with chopsticks, so all the pieces must be bite-sized excepting the prawn, which can be left uncut with the tail unpeeled so that it can be taken to the mouth with the fingers.
Some cooks dip the ingredients in a mixture of sake and salt before battering them. Sesame oil should be used, but the most important thing is that the oil must be very hot, that way the fried pieces will not be greasy and the crispy crust will be very thin, almost imperceptible, unlike those "armour-plating" things we are usually fed with at Spanish receptions.
A bowl with Ten-Tsuyu sauce must always accompany this dish. This sauce is a blend of broth, soya sauce, sweet sake, grated ginger, radish and spices. It is better to buy it readymade.

Red tuna sushi

600 grs. red tuna in a clean block
1 large cup round grain rice

Nori seaweed

Soya sauce or Tamari (gluten-free)

Wasabi

Many people think that sushi is a dish of raw fish, but it is dish of moulded rice which can be enriched with many things, of course there may be raw fish in it but also other ingredients such as Japanese omelette, grilled meat, vegetables, roe…
The tricky part is then how to cook the rice. The most important thing is that it must be round grain. It must be washed to eliminate the starch and left aside for half an hour, until its outer layer gets moisturized.
Put the rice in a saucepan with the same volume of water (better 1/1.2) and a pinch of salt and bring to the boil. Boil it for five minutes, lower the heat and wait until you can see small holes on it, showing that the water has been absorbed.
Leave to stand for five minutes and turn it out onto a clean surface. It is customary to use a fan to eliminate steam. Sprinkle with Sushi Su (sake vinegar seasoned for sushi), stir and leave to stand for some minutes, until it absorbs the seasoning.
If you are going to make makisushi, use a mat to wrap the rice with nori seaweed, but if you want to make a niguirizushi like the one in the picture, the most orthodox one, you must have a large bowl with warm water to wet your hands before making each ball. They must be bite-size, no more than three or four centimetres long.
Once the rice bites have been prepared, cut the tuna into slices the same size (a bit longer actually, so that they cover the ends) and put them on the balls. It is customary to put some wasabi (green radish paste, often mistaken for mustard) between the rice and the tuna slices.
Thin strips of nori seaweed can be used to fold up each “parcel”, but it is just for ornamentation.
They must be eaten dipped in soya sauce (tamari for celiacs), which can be made hotter with some wasabi.

 

Sukiyaki

½ kg. beef tenderloin
¼ kg. beef fat
2 pieces tofu
1 bundle rice noodles
50 grs. frozen spinach
200 grs. fresh green beans
1 onion
8 sihitake mushrooms
1 turnip
2 carrots
2 leeks
4 eggs
1 large cup soya sauce
1 large cup mirin 

Long before Japanese cuisine boomed in our society, I mean in the sixties, a singer called Kyu Sakamoto got a hit with a ballad entitled “Ue o muite aruko”. Since nobody knew what it meant, a British producer called Louis Benjamin released it with his record label Pye Records as “Sukiyaki”. We did not know what it meant, either, but it was such a success that this vegetables and beef stew became a famous dish worldwide.
Traditionally, it was a festive dish which used to be cooked on a bonfire in the open country and the whole family ate from it, but since it became famous restaurants have developed sophisticated techniques to cook it on the table in customers’ view.
Put a large “rechaud” or a small camping gas cooker on the table –they are sold “ad hoc” for fondues- and heat well a Sukiyaki cast-iron dish (they can be found in many home accessories shops).
When it gets hot, rub it with the beef fat until it gets scorched (some smoke will be produced). The ingredients must be put on the dish following this order: meat, leek, onion, carrot and green beans. Cook them trying not to mix the different products.
When they get roasted, pour the sauces on them. More smoke will appear, but with a characteristic, very pleasant smell of Japanese cooking from all the ingredients.
Add the rest of the ingredients, trying to achieve an aesthetic appearance by distributing green spinach, white tofu, brown mushrooms… Add the grated turnip and the noodles -these must be dipped so that they get well cooked.
Cook for ten minutes. Meanwhile, beat one egg in each bowl using the chopsticks. When the dish is ready, the diners will help themselves to the Sukiyaki. The dish must be on the heat until the food is over. 

 Sweet and sour pork 

1 kg. lean pork
1 beer
Flour (it can be wheat, corn, rice or chickpeas)
1 onion
1 green pepper
1 red pepper
50 grs. butter
1 fresh ginger bulb
1 orange
1 small glass sake or cider vinegar

2 spoonfuls molasses or honey

This is said to be a very ancient Cantonese recipe, in particular from the region of Jiangsu, north of Shanghai, but the presence of peppers in it –of American origin- makes me doubt.
Logically, it has undergone a thousand changes over the centuries, to the extent that nowadays, in cheap Chinese restaurants, it is prepared with some industrial sauce made of water, sugar and monosodium glutamate (MSG).
Our recipe is delicious, but it takes some time.
Chop the ginger, take some strips of orange peel (without the white part) and caramelize both things together in butter with brown sugar. Cook it on a low heat with the pan covered. When it gets tanned, add the vinegar, bring it to boil and add the orange juice and the molasses. Cook it slowly until it gets syrup-like. Then, blend it in a mixer and pass it through a sieve to eliminate the small threads from the ginger.
Now let’s prepare the pork. Make the batter by putting the flour and the beer in a bowl. Stir adding flour or liquid until you get a creamy, sticky dough, not liquid.
Cut the pork in chunks the size of a domino, season with salt and pepper, put it in the bowl with the dough and stir well.
Heat soya oil in a deep frying pan and put the meat balls in it, placing them so that they do not touch one another. Don’t heat the oil too much or the batter will get burnt. Take the pieces out of the pan when they get a golden colour, using a slotted spoon, and put them on a colander with absorbing kitchen paper.
Now we are going to prepare the vegetables. Many recipes include carrot, but I do not use it because it is a foreign product that only reached China in the 20th century.
Chop the onion and peppers in pieces the size of a coin. Put them in the wok with a dash of soya oil. A couple of stirs will be enough to make them smooth but crispy. Pour the sauce on it, stir and add the fried pork.
A jug with soya sauce and a bowl with spicy Chinese sauce must be placed on the table so that each diner can season the dish to taste.

 

Tandoori Chicken

3 chicken leg quarters
2 yogurts
5 garlic cloves
2 spoonfuls paprika
2 spoonfuls turmeric
3 spoonfuls cumin powder
1 teaspoon oregano
1 spoonful thyme
1 spoonful cardamom
1 spoonful black pepper
1 spoonful red pepper
1 spoonful ginger powder
1 lemon
Extra virgin olive oil, salt 

“Tandoor” or “Tandoori” is the name given to a clay oven where many Indian dishes are cooked, but these are also designed by that name, so this dish should be properly called “chicken roasted in a wood-fired oven”. However, the result is not what one would expect by that description –you only have to read the ingredients to imagine.
There are prepared blends with the name “Tandoori”, but that word is wrong, the right one would be “Garam masala”, which actually means nothing, just “spice blend”, so there are thousands, perhaps millions, different combinations.
You may be surprised to see paprika among the ingredients. In fact, it should be Kashmiri red chilli, which is sold dry or powdered. This spice is responsible not only for the hotness of the dish but also for the colour: the more turmeric the more yellow, the more Kashmiri the redder.
This is the recipe.
Ask your butcher to peel the chicken and to cut each leg quarter into three pieces so that the meat is more thoroughly seasoned.
Marinate the meat the day before. In a large bowl, mix the yogurt, lemon juice, thinly chopped garlic and all the other spices. Stir well until smooth and add the chicken. It must be totally covered with the blend, so you may move it from time to time while marinating, because the chicken drains water.
If you are patient enough you can roast it as Hindus do: Preheat the oven well and put the chicken in it, on an earthenware dish. When it starts getting roasted, take it out, turn it upside down and put it back in the oven. When the other side starts roasting, take it out and set aside. Repeat this operation three or four more times, alternatively heating and cooling the meat, so that it gets cooked little by little, getting crispy outside and juicy inside.
This dish is traditionally served with onion salad and basmati rice as side dishes.

  Turkey curry

1 kg. turkey breasts
2 limes
1 onion
3 garlic cloves
1 chilli pepper
Fresh ginger
1 plain yogurt
1 bunch fresh coriander
2 spoonfuls tomato sauce
Cashew nuts
Raisins
Laurel
Vegetable broth

 
For the curry

1 spoonful cumin
1 cinnamon stick
12 cardamom berries
1 spoonful coriander seeds
1 spoonful black pepper grains
1 spoonful turmeric
½ spoonful hot paprika

The word “curry” can refer to different things: the spice itself, a blend of spices, the sauces made with that blend and an endless number of dishes cooked with those sauces.
In India there are a thousand curries, from the mild ones from places near the Himalayas, such as Kashmir, to the very hot ones from the south -Andrha Pradesh, Kerala, Tamil Nadu..., what used to be generically called Madras (now officially known as Chennai). These are the best known ones, the famous Madras curries, among which there is also a great variety.
Actually, curry means “sauce” in Tamil language ("kari", which the British transformed into “curry” according to their extravagant spelling), so it is like saying sauce when speaking about French cuisine, that is, nothing.
This homemade curry could be considered a Madras curry, but with less chilli pepper than it is customary there.
Firstly, chop the turkey breasts into pieces the size of a quail egg. Marinate them in the juice from the limes. We have chosen turkey, but it may also be made with chicken or lamb, in fact it would probably be juicier with lamb.
While the meat is marinating, prepare the spice blend by grinding together all the spices listed under “for the curry” in a large mortar.
Finely chop the onion and the garlic, and cook in a frying pan with some light oil (soya, corn or refined olive). When it starts to brown, add sliced chilli pepper, chopped ginger, tomato sauce and the meat, and sauté it. Add the curry blend, stir and add broth until it gets a creamy texture. Set aside.
Put the yogurt in a bowl, together with the bunch of fresh coriander thinly chopped. Stir until it is well mixed.
Be careful now. From this moment on, the sauce must not boil. Turn down the heat.
Add the yogurt mixture, the cashew nuts, the raisins and a laurel leaf.
Leave to stand overnight. The ingredients will get oxidized, modifying their tastes and achieving a much more harmonic and pleasant mixture.
When you heat it again, remember that the sauce must not boil, so use a covered pan on a low heat.
It must be served with Basmati rice as a side dish and a sauce made with yogurt, cucumber and fresh spearmint.

 Veal in oyter sauce

½ litre chicken broth
½ kilo veal lean meat

1 carrot

1 onion

1 leek

50 grs. fried cashew nuts

1 can bamboo shots

1 tray Shiitake mushrooms

1 ball ginger

2 garlic cloves

Oyster sauce

Oyster sauce was accidentally discovered by an oyster farmer called Lee Kam Sheung in the Cantonese city of Zhuhai. The invention was so successful that in a few years his company, Lee Kum Kee, was selling it all around the world.
Obviously, the sauce that can be purchased nowadays has little to do with the original, but its taste is so penetrating that you will instantly perceive the flavour of China in your mouth.
It is a simple recipe, as it is very close to our sautés.
Put chopped onion, crushed garlic, grated ginger and strips of pepper in a wok. Cook it on a strong heat so that it does not get caramelized but it gets golden, keeping part of its original texture.
Add chopped mushrooms, fresh soya shots and cashew nuts, cook for a while and add the broth with a dash of soya sauce and a spoonful oyster sauce. Be careful with that sauce as it is very salted and could spoil the dish.
Allow it to evaporate until it gets a creamy texture and add the veal, cut into thin slices the size of a date.
Serve quickly, before the meat gets hard –the meat will get cooked with the residual heat if it is cut into very thin slices. Sprinkle some toasted sesame grains and –budget permitting- four oysters for one minute, just to let them set and blend their water with the sauce to enhance the flavour. When serving, place one oyster on top of each dish to finish it.

Yaki Sake

800 grs. salmon in two thick slices
1 glass sake

1 cup mirin

1 small cup soya sauce

1 cucumber

In Japan, there is a very popular way of preparing fish called Shioyaki, consisting in salting, seasoning or macerating fish and then roasting it on a grill, so that it gets a beautiful golden colour and a lacquered look, in addition to a delicious taste.
Yaki Sake is prepared with salmon, one of the most valued fish in Japanese cuisine.
Clean the salmon slices, separating the two halves and removing spines and bones. You can leave the skin, as it gets crispy and delicious when roasted, as long as the scales are carefully washed off. If not, remove the skin. The salmon may be washed.
Mix all the ingredients of the seasoning in a soup bowl –Teriyaki sauce can be found readymade in Spain, but that is how you can make it at home. Dip the salmon in it, trying to cover it completely. Marinate for a couple hours, turning it over from time to time.
Cut off the ends of the cucumber and cut it into very thin slices using a mandolin slicer. Mix with coarse salt and let sweat. When the grill is ready, wash the slices and dry them completely with a kitchen towel. Season slightly with sake vinegar.
Put the salmon on the grill (or on a frying pan), on a strong heat. If the skin has been left, roast that side first until it gets crispy. Once one side gets golden, lower the heat, turn it over and cover it with cucumber slices, which will make that side juicier. That part is optional; you may simply serve the cucumber as a side dish with the salmon.
 

Recetas americanas

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Junio 2015
 

 

 

Extracto del libro Vinos españoles con cocinas exóticas  

You can see the English version by clicking on American recipes
 
 
 
 
 

Los ingredientes vienen calculados para 4 personas

 

BBQ Ribs

2 costillares de cerdo (tira)
1 lata de puré de tomates fritos
1 cebolla blanca
3 dientes de ajo
1 cucharadita de pimentón picante
1 cucharadita de cilantro molido
1 cucharadita de comino molido
1 vaso de melaza (en su defecto, miel)
1 vaso de vinagre de sidra de manzana
2 cucharadas de salsa Perrins
AOVE, sal y pimienta al gusto
 

Mi receta favorita para hacer las costillas de cerdo es macerándolas una noche en cerveza tostada, con miel de brezo y tomillo. Una verdadera golosina, pero estamos hablando de platos tradicionales americanos, pues haremos las auténticas “Ribs”.
En muchos restaurantes barbacoa usan salsas industriales o simplemente una mezcla de ketchup, vinagre de sidra y salsa Perrins, incluso de soja, pero aquí vamos a ser ortodoxos y a cocinar una “BBQ sauce” de nivel.
Empezamos por hacer un tradicional sofrito con los ajos y la cebolla bien picada. Cuando coja color, añadimos el bote de tomate frito y el vinagre. Debe cocer un poco para que se evapore el ácido acético del vinagre (se nota porque pica en la nariz) y a continuación añadimos las especias, la salsa Perrins, la miel o melaza, y salpimentamos con cierta alegría porque será la única sal que llevarán las costillas.
He sugerido una mezcla, pero cada uno puede hacer variaciones, por ejemplo se puede sustituir el pimentón por salsa Tabasco, chiles chipotles, serranos u otros. También se puede añadir un chutney, o directamente alguna fruta, fresca o en conserva, como el tamarindo, el mango, o incluso piel de naranja.
Damos un pequeño hervor y vamos comprobando la textura, que debe ser un poco siruposa.
Lo pasamos por la batidora y dejamos reposar.
Ponemos los costillares en una batea “ad hoc”, rociamos con esta salsa y dejamos que se vayan impregnando durante toda una noche, procurando darles algunas vueltas para que cojan bien el aliño.
Para asar las costillas, lo ideal es hacerlo en una parrilla de leña, dando vueltas periódicamente a las piezas, y barnizándolas con un pincel mojado en la salsa.
Si no disponemos de parrilla, se pueden hacer al horno, a unos 170ºC durante un par de horas, procurando aplicar la salsa cada media hora por ambas caras.
  

California Roll

100grs. de arroz de sushi
100grs de carne de centollo limpia
1 Aguacate maduro
1 Pepino
1 bote de Huevas de pez volador
sésamo tostado

¿Cocina fusión?. Evidentemente en su origen sí lo fue, porque lo creó un cocinero japonés afincado en Los Ángeles, Mashita Ichiro, quien, en su restaurante Tokyo Kaikan, diseñó este maki-sushi con gustos californianos. Hoy día ya es un plato universal porque hasta en Shangai existe un establecimiento especializado en California roll.
Es muy importante hacer una buena mise en place, todo lo que vayamos a usar debe estar minuciosamente colocado como la mesa de un cirujano.
Preparamos el gohan (arroz blanco aliñado para sushi) y reservamos en un cestillo de bambú tapado con una toalla húmeda.
Extendemos la hojas de alga Nori sobre la mesa de trabajo, en un bol ponemos la carne de cangrejo limpia, en un plato el aguacate bien maduro cortado en lonchas, las tiras de pepino crudo en un bol con agua helada, y el Tobico (huevas de pez volador) y el sésamo en sendas bandejitas.
Conviene envolver nuestra esterilla de enrollar en papel film para poder apretar más el rollo sin que se peguen los granos de arroz en las varillas de bambú.
Ponemos una hoja de alga sobre la tabla de trabajo, depositamos una buena porción de arroz gohan sobre ella, y con las manos mojadas en agua tibia, lo aplastamos hasta hacer una alfombra bien uniforme que cubra bien todo el alga con un grosor de un centímetro. Conviene disponer de un bol con agua tibia para ir mojando las manos a cada paso.
Si lo hemos aplastado bien, podremos manipularlo sin riesgo, de modo que se coloca sobre la esterilla, pero dado la vuelta, es decir, con el alga hacia arriba. Esta es la máxima dificultad, aunque se puede facilitar la labor poniendo la esterilla encima, y dándole la vuelta al conjunto. Incluso montando el arroz sobre el alga con un papel film, de horno o de aluminio, debajo.
Sobre el alga disponemos una tira de cangrejo desmenuzado (hay quién usa surimi, pero eso es una porquería), al lado una lámina de pepino que lo cruce también de lado a lado y las lonchas de aguacate, de modo que veamos el alga rellena en su centro por estos ingredientes.
Ahora viene la siguiente prueba de habilidad. Enrollamos con la ayuda de la esterilla esta alfombra y la apretamos bien, procurando que no se salga nada por los bordes. Cuando sintamos que está bien compacto, lo hacemos rodar hasta que quede sobre nuestra mesa de trabajo. Se parte al medio y se mojan ambas mitades en el Tobico (algunos cocineros suelen hacerlos rodar para se cubran en toda la superficie, yo pienso que un poco es suficiente), se vuelven a colocar una al lado de otra, se espolvorean con el sésamos tostado y se parten de nuevo al medio, y otra vez al medio de cada parte, con lo que obtendremos ocho piezas. Recuerden que deben ser lo suficientemente pequeñas como para poder meterlas en la boca de un bocado.
  

Ceviche mixto 

½ kg de corvina limpia
4 vieiras
4 langostinos crudos
2 limas
1 cebolla roja
1 manojo de cilantro
2 cucharadas de ají amarillo 

Los ceviches se han puesto de moda en nuestro mundo (occidental, capitalista, gourmet...) y cada día se ven creaciones más absurdas que abusan de este término, como el “Ceviche de tomate y cebolla al AOVE”, o sea, ensalada de tomate con cebolla.
El auténtico ceviche peruano se prepara con corvina pampera (Scianea gilberti), uno de los pescados más cotizados de esa costa por la finura y tersura de su carne. En Europa encontramos otra especie (Argyrosomus regius), algo diferente pero también exquisita.
Una variante ortodoxa es el ceviche mixto de corvina y marisco, porque también son habituales los ceviches de marisco, sobre todo con unos gambones que allí llaman camarones. Es muy importante cerciorarse de su frescura o, si se compran congelados, de su trazabilidad, porque al consumirse en crudo, pueden darnos un susto.
Uno de los errores más habituales es cortar el pescado en finas lonchas, tipo carpaccio, porque en el ceviche es fundamental poder notar el sabor del pescado crudo diferenciado del aliño, así como la textura, hay que sentir el mordisco.
Es importante mirar bien el pescado mientras se corta por si contiene anisakis. También se puede congelar un par de días porque apenas pierde su textura.
De las vieiras solo aprovechamos la parte blanca, el músculo, que se puede partir en cuatro para percibir mejor su sabor dulce.
Con los langostinos hay que tomarse la molestia de quitar el cordón dorsal porque contiene un lodo, que, además de arena, también puede tener bacterias.
Una vez preparados los tres ingredientes, exprimimos las limas y las mezclamos con el ají amarillo y el cilantro picado (opcional porque hay personas que no lo soportan).
Vertemos esta salsa sobre los trozos de pescado y marisco, removemos y servimos al momento con unas láminas de cebolla roja cortada en pluma.
Hay quién lo deja varios minutos e incluso horas macerando, pero el aliño es tan fuerte
que se come el sabor de los frutos de mar.    

Chiles en nogada

 

8 pimientos verdes italianos o de Málaga
50 grs. de almendras
50 grs. de nueces
4 huevos
harina de trigo
½ litro de nata líquida
100 grs. de queso fresco de cabra
1 cebolla
5 dientes de ajo
50 grs. de pasas de Corinto
50 grs. de orejones de albaricoque
1 manzana
1 pera
200 gramos de carne, al 50% ternera y cerdo
1 granada
hojas frescas de perejil, menta, cilantro o lo que más nos guste.
 

Este es uno de los platos más valorados por los gourmets mexicanos y desde luego que no les falta razón, porque es una receta de alta cocina con un resultado delicioso.
Es un plato con historia porque parece ser que fue diseñado por las monjas del convento de Santa Mónica el día 27 de septiembre de 1821 para recibir en Puebla al emperador Agustín de Iturbide y celebrar así la independencia de México.
Es plato complicado de elaborar y si la lista de ingredientes les parece descabellada, en realidad se trata de una versión aligerada, porque la receta tradicional lleva el triple, así que vamos con ella.
Empezamos por asar los pimientos al horno o, mejor aún, sobre las brasas. Una vez chamuscados, se cubren con papel de horno y se dejan enfriar para su posterior pelado. Una vez así, se rajan longitudinalmente, se despepitan y se reservan.
Para el relleno, se dora ligeramente la cebolla con el ajo y se añaden las frutas y la carne. Debe dejarse sudar para eliminar el exceso de agua.
Para la salsa, desmenuzamos el queso blanco y lo calentamos con la nata y los frutos secos previamente fritos y triturados muy fino (hay que usar la picadora porque apenas deben verse).
Para freír los pimientos hay que montar las claras de huevo a punto de nieve por un lado y las yemas por otro. Se rellenan los pimientos con la farsa, se sujetan con un palillo, se pasan por la yema batida, luego por harina, otra vez por la clara, y se fríen en abundante aceite hasta adquirir un bello color dorado.
Para terminar, emplatamos con los ingredientes bien calientes, cubriendo los pimientos con la salsa y adornando con los granos de granada y hojas verdes (a mi me encanta el sabor fresco y picante de la menta verde, pero en México suele ponerse cilantro o perejil rizado), buscando reproducir la bandera mexicana, como hicieron aquellas monjitas.
 

Chili con carne

½ kilo de judías rojas
½ kilo de carde cerdo picada
2 cebollas
2 pimientos rojos
2 zanahorias
6 dientes de ajos 
6 chiles rojos (chipotles)
2 tomates grandes bien maduros
6 chiles chipotles (frescos o en conserva)
50 grs. de chocolate negro (70% cacao)
Cilantro, comino y orégano

Situada en esa difícil frontera que une o desune Texas y México, tenemos esta receta de corte mexicano, pero no de Puebla, Oaxaca o Veracruz, sino de los estados del sur de frontera, porque nadie puede asegurar si pertenece a un país u otro, dicho en términos culinarios, puro Tex-Mex. Si tenemos en cuenta que los cuatro estados del sur, California, Arizona, Nuevo México y Texas, fueron españoles y luego mexicanos hasta mediados del siglo XIX, pues se entiende este mestizaje.
Verán mil marcas de conservas de Chili con carne ya que es comida de fortuna en EE.UU., pero si quieren disfrutar, tómense la molestia de preparar este guisote porque merece la pena.
Como es preceptivo, pondremos las alubias a remojo la noche anterior en agua mineral baja en calcio (es importante para que no queden pellejudas).
Al día siguiente, hacemos un sofrito con la cebolla, los ajos, la zanahoria y el pimiento rojo. Cuando empiece a coger color, lo vertemos en la olla con las alubias y su agua. Les recomiendo ponerlas en olla exprés durante un cuarto de hora, luego se dejan enfriar hasta poder abrirla, y ya seguimos en cocción a presión atmosférica.
En una sartén grande, hacemos otro sofrito igual (se puede usar el mismo, poniendo la mitad para las judías y el resto para hacer la carne), salvo que, cuando coja color, le añadiremos los tomates pelados y sin pepitas, además de los chiles y las especias. Se pueden usar chiles frescos o, en su defecto, en conserva, pero conviene controlar su picor, porque el guiso debe estar alegre, pero no abrasador. Este sofrito debe estar ligeramente dulce, por lo que se le debe añadir una cucharada de cacao, mole o chocolate negro.
Una vez que el tomate haya evaporado el exceso de agua de vegetación, añadimos la carne, salpimentamos generosamente, y removemos bien.
Cuando las habichuelas estén más o menos tiernas, incorporamos la carne en salsa y dejamos que todo se haga despacito hasta que el guiso se vuelva cremoso.
Es conveniente no rectificar de sal hasta el final, porque si nos pasamos no hay vuelta atrás. También conviene comprobar el punto de picante, teniendo siempre en cuenta el gusto de los comensales, porque en último caso podemos poner una rabanera con chiles chipotles en conserva bien picaditos, para que los más alegres le den el punto a su plato sin abrasar al resto de los comensales.
En la mayoría de los TexMex suelen poner una capa de queso Cheddar y terminar la faena con un golpe de grill. En la foto ven unas tostaditas de pan de maíz.
 

Ensalada de cangrejo de las nieves

4 Cangrejos de las nieves
1 Lechuga
4 Ramas de apio verde
1/2 litro de mahonesa
Mostaza de Dijon
1 Limón

La tradición de comer cangrejos en EE.UU. se remonta a los primeros pobladores que los usaban para perfumar sopas y guisos, aunque también solían comerlos simplemente asados sobre unas brasas. Hoy día es una industria que mueve miles y miles de toneladas, hay todo un sector hostelero en torno a ellos y hasta se celebran certámenes gastronómicos multitudinarios, como la famosa Chesapeake blue crab feasts, que inmortalizara el insuperable Jack Nicholson en la película As Good as It Gets, lamentablemente traducida como Mejor... imposible.
De entre los cientos de variedades que se consumen en ambas costas, destaca por su calidad el llamado Cangrejo de las nieves (Chionoecetes opilio), que no debemos confundir con el otro que también se pesca en el mar de Bering, el Cangrejo Real (Paralithodes camtschaticus), mucho más grande pero menos fino y sabroso.
La famosa Snow Crab Salad, es un plato de clara influencia francesa, y si no fuera porque resulta bastante cara, se puede decir que es un plato de lo más apetecible, aunque nada que ver con nuestros centollos gallegos.
Se comercializan solo las patas y celdillas una vez cocidos y ultra congelados, de modo que no hay más que dejarlos descongelar lo más lentamente posible para que su carne se mantenga tersa. Luego rompemos con un martillo las cáscaras y recogemos la carne en un bol. Veremos que hay piezas enteras hermosas, estas deben guardarse para adornar la ensalada, mientras que la de las celdillas y la de las más rotas se mezclan con una mahonesa perfumada con mostaza de Dijón y unas gotas de limón.
El montaje de la ensalada es tan sencillo como hacer una cama con la lechuga cortada en juliana y el apio en bastoncitos. Luego añadimos en el centro la mahonesa con cangrejo y adornamos con la carne de las patas que hemos reservado para hacerlo bonito.
 
 
Hamburguesa
 
¾ kilo de carne de vaca
¼ kilo de carne cerdo
2 huevos
Especias
 
Puede sonar a Perogrullo, pero el mundo de las hamburguesas en EE.UU. es toda una cultura, casi una forma de vida porque no solo hay grandes cadenas especializadas en ellas (no me refiero a las sintéticas tipo McDonnald´s, sino a las de calidad), sino que es frecuente que cada familia tenga sus especialidades que preparan en la barbacoa de su jardín cada fin de semana, vacaciones o fiestas familiares.
Digamos que hay tres ingredientes fundamentales, la calidad de la propia hamburguesa, el fuego y las guarniciones.
Del fuego no puedo hablar porque son las limitaciones de cada hogar las que priman, aunque lo ideal es una parrilla con leña seca de encina o mimosa.
Las guarniciones son recetas en sí mismas, de modo que no puedo más que apuntar que mis preferidas son las patatas asadas con crema agria y la ensalada de col (coleslow).
En España, ya empieza a haber productos de calidad para las hamburguesas, es más, resulta más asequible una hamburguesa ya preparada con carne roja, que encontrar esta carne al detalle en las carnicerías, porque suele estar reservada a la hostelería.
Es aconsejable respetar la proporción de carnes indicada en ingredientes, porque la carne de cerdo aporta grasa que se funde durante el asado dejando la pieza más jugosa.
El asunto de las especias es más peliagudo porque cada cocinero tiene su mezcla favorita que suele ser secreto de familia. Yo propongo esta: sal ahumada, pimentón dulce, chile en polvo, albahaca seca, pimienta blanca, semillas de apio, jengibre molido, mostaza en polvo y eneldo. Es muy ortodoxa y tiene la virtud de que, cuando se degusta la carne, no se aprecia que lleve ninguna especia, solo que el sabor es espectacular.
Luego se amasan las carnes con las especias y los huevos batidos, se deja reposar la masa durante un par de horas y se termina haciendo las formas según los gustos de cada comensal, porque los habrá que las quieran de una libra (1/2 kg.) para que quede casi cruda en su interior, y habrá quien las quiera de un cuarto (113 grs.), como las industriales.
 
Langosta a la plancha
2 bogavantes grandes de 1Kg/1,5Kg
100 grs. de mantequilla salada
Aceite de maíz
Cebollino
Perejil
Acedera
Ajedrea
Hierba buena
Hierba Luisa
 
Verán que en la foto aparece un bogavante y no una langosta, pero es que los americanos no distinguen entre uno y otro, si acaso a estos los llaman langostas con garras, nada más.
Este es un plato del que se consumen toneladas en los EE.UU., no solo en las zonas costeras donde se cultivan (la mayoría proceden de criaderos), sino en toda su geografía. Con decirles que el restaurante más famoso de Cincinnati se llama Red Lobster, pues ya se harán idea, porque lo más cerca que tiene el mar son 700Km.
Es una receta eminentemente francesa, lo que ellos llaman Homard au beurre persillé (fines herbes, herbes de Provence, parfumé, etc.), aunque sin ajo, porque en EE.UU., no suele utilizarse este ingrediente en la alta cocina.
Empecemos por hacer la mantequilla, pero conviene conocer los gustos de los comensales ya que esta se puede perfumar con hierbas tan aromáticas y deliciosas como el hinojo, el eneldo, el estragón, el comino o el cilantro, pero si a alguien le desagradan, mejor quitarlas, porque le arruinaremos la comida. La mezcla de cebollino, acedera, cilantro y estragón, es ideal, pero puede causar rechazo.
La dejamos en pomada, es decir, maleable pero no líquida, a unos 20ºC. Picamos muy fino las hierbas (siempre han de ser frescas), las añadimos y removemos bien. Una vez conseguida la mezcla homogénea, se guarda en la nevera.
Al momento de comer y con la parrilla ya en su punto de brasas, partimos los bogavantes al centro y los ponemos al fuego, con la parte abierta hacia arriba. Se puede rociar con un poco de aceite de maíz, pero no es imprescindible. Cuando veamos que la carne empieza a blanquear, les damos la vuelta para que terminen de hacerse, cogiendo el sabor de las brasas y marcándose la carne con las varillas de la parrilla.
Se sirven boca arriba y se les añaden unas bolitas de mantequilla preparada que se fundirá de inmediato, pero que llegará cruda a nuestra boca con toda la frescura de las hierbas.
 
 
Mole de Huajuapan
 
2 Kg de carne de cadera de chivo o 1 de cordero pascual
1 Botecito de pimientos de Piquillo
2 Cucharadas de carne de ñora
1 Guindilla
1 Cebolla
2 Limones
1 Cabeza de ajos
1/2 Kg de judías verdes
1 Lata de frijoles negros
1 Lata de tomate frito
1 Hoja de laurel
1 Cucharada de pimentón picante
1 Cucharada de pimentón dulce
1 Manojo de cilantro fresco
 
También conocido como Mole de caderas o Mole de chivo, esta es una especialidad con la que rivalizan los estados de Puebla y Oxaca, más concretamente las ciudades de Tehuacán y Huajapan de León, donde se celebran fiestas multitudinarias en las que cada año se sacrifican unos 30.000 animales, lo que da idea de la magnitud de los actos.
Es un plato muy diferente a lo que solemos identificar como “Mole”, porque es casi una sopa de carne con verduras, eso sí, con sabores sorprendentes.
Ya ven la enorme lista de ingredientes, bueno, pues esto es un sucedáneo porque las recetas tradicionales llevan productos que solo se encuentran por allí, como los ejotes que trocamos por nuestras judías verdes, lo más parecido que hemos encontrado.
Empezaremos por aliñar la carne, que será de cordero pascual, porque no creo que consigan chivo oaxaqueño. Para ello rociamos la carne troceada con el zumo de los limones y los pimentones, y se deja macerar una noche.
Al día siguiente, en una perola grande pondremos la carne, los pimientos de lata, la pasta de ñoras, la cabeza de ajos, el tomate frito y la hoja de laurel. Cubrimos generosamente de agua y llevamos a ebullición. Una vez que rompa a hervir, bajamos el fuego a media intensidad (6/10) y dejamos que se haga lentamente durante más de una hora, hasta que la carne se note aceptablemente blanda.
Así debe reposar otra noche para que los sabores se conjuguen y algunos ingredientes se oxiden cogiendo un sabor más profundo y cálido.
Al día siguiente, añadimos el bote frijoles negros, la cebolla cortada en rodajas y las judías verdes lavadas y partidas al medio. Calentamos hasta que las judías estén comestibles (no deben quedar blandas) y, para servir, se espolvorea con el cilantro fresco picado o se sirve aparte si a alguien no le gusta esta especia.
 
 
Pavo de acción de gracias

1 pavita, de unos tres kilos
4 manzanas
6 ciruelas pasas
6 chalotas
2 cebollas
1 huevo
1 pan de maíz
4 dientes de ajo
50 g de mantequilla
leche, vino blanco, perejil
 
Como suele ocurrir con todos los platos tradicionales, hay mil recetas que cada estado, región, pueblo o familia, reivindican como la más auténtica y exquisita, de modo que yo les propongo la que hacía mi madre, entre otras cosas para no romper la tradición y porque era deliciosa. Si de muestra vale un botón, les diré que cada año, por Nochebuena, en nuestro restaurante, vendíamos unas dos mil raciones, y a un precio más que considerable.
Suele ser obligado servir puré de patata, mazorcas de maíz asadas con mantequilla y mermelada de arándanos.
Como ven en los ingredientes, en vez de pavo he puesto una pavita, porque es mucho más tierna y jugosa, además, los grandes pavos no entran en un horno doméstico.
Conviene adobar la pava el día antes, restregando la piel con una pasta hecha machacando en el mortero sal, ajos, perejil y mantequilla.
Para el relleno, ponemos a remojar un bollito de pan de maíz en leche.
Confitamos las chalotas en mantequilla sin que lleguen a coger color.
Antes de que empiecen a dorarse, añadimos el pan remojado, las manzanas descorazonadas y partidas, las ciruelas y el huevo batido. Removemos bien, dejamos enfriar, y con esta farsa rellenaremos el interior de la pava.
Cosemos los orificios y horneamos a 180 ºC durante una hora, luego se le da la vuelta, y se deja hacer otra hora.
Se me olvidó decir que, en el fondo de la bandeja del horno, debemos poner las cebollas picadas y un buen vaso de vino blanco, así se irá poco a poco haciendo una salsita con la que cada media hora regaremos la superficie del animal para que se hidrate.
Conviene dejarla reposar hasta enfriar para que se repartan los jugos y, salvo que seamos expertos en anatomía avícola, es mejor filetearla en la cocina y servirla en una gran bandeja con las guarniciones y el relleno.
 
 
Tamales gratinados
 
Para los tamales
½ Kg de Harina de maíz para tamales
½ Kg de manteca de cerdo
1 Cucharada de bicarbonato
½ Litro de caldo de pollo tibio
Sal
1 Paquete de hojas de maíz
½ Kg de queso manchego fresco
 
Para el mole
1 cebolla
3 dientes de ajo
1 zanahoria
2 tomates maduros
1 pimiento rojo
50 grs. de cacahuetes fritos
1 cucharada de cacao
1 clavo de olor
1 ramita de canela
 
Advierto que este es un plato muy complicado de elaborar. En México es frecuente encontrar en cada esquina de cualquier barrio a señoras con un par de cubos llenos de tamales caseros envueltos en su hoja. Se venden muy baratos y suelen ser deliciosos así tal cual, pero también se pueden llevar a casa y darles una preparación más sofisticada, como es esta con mole y queso fundido.
También se venden en conserva, tanto en lata como en sobres metalizados con presión de gas inerte, pero en España no se encuentran en todas las provincias, de modo que vamos a hacer unos tamales caseros.
Es imprescindible conseguir harina de maíz para tamales, así lo ha de especificar en el envase porque lleva una preparación imposible de hacer en casa, incluso un tipo de ceniza y cal que no podría describir.
Empezamos por batir la manteca como si fuésemos a levantar unas claras a punto de nieve. Puede llevarnos un buen rato porque, aún utilizando aparatos industriales, es una operación larga, de modo que si usamos las varillas de la batidora doméstica, se nos dormirá varias veces el brazo antes de que la grasa se convierta en espuma. Es un latazo pero es imprescindible.
Conviene poner cuando antes las hojas de maíz a remojo para que cuando vayamos a envolver los tamales ya estén flexibles.
En un bol mezclamos la harina con la sal y el bicarbonato. Pongo este producto porque en España es imposible encontrar el tequesquite y esto puede ser lo más parecido. Removemos bien la mezcla y la vamos incorporando a la espuma de grasa. Es importante que quede perfectamente homogéneo. Luego se alarga con el caldo de pollo que debe estar a la misma temperatura y otra vez dale que te pego hasta que la masa esté bien lisa.
Vamos con el relleno.
Los tamales se puede rellenar de lo que nos apetezca, de mole de guajolote (pavo), de pollo con mole verde (chiles), incluso de lo que allí llaman rajas, que pueden ser de chiles jalapeños o poblanos. Los más ricos son los de mole poblano, pero como vamos a usar esa salsa para terminar el plato, pues podremos poner pollo con una salsa verde que se hace cociendo un pimiento verde con unos jalapeños (se vende preparada). El pollo puede ser sobras de un asado, o directamente cocemos una pechuga.
Cogemos una hoja, extendemos un par de cucharadas de maza en la mitad abierta, encima un poco de carne desmenuzada y rociamos con la salsa verde. Envolvemos la hoja y doblamos la parte vacía sobra la rellena. Así vamos haciendo tantos como la masa dé de sí, después se colocan en una vaporera. Conviene poner un par de hojas en el fondo y luego ir ordenando los tamales para que se sujeten entre sí. Se cubren con otras dos hojas de maíz y todo con una servilleta húmeda. Tapamos y dejamos cocer al vapor durante una hora. Conviene sacar un tamal y comprobar que la masa se ha cuajado.
Ya tenemos los tamalitos de marras.
Para hacer la salsa, hacemos un sofrito con las hortalizas citadas, picadas muy finitas, en mirepoix, que se dice, con las especias. Cuando esté bien hecho y bastante seco (se puede mojar con un poco de caldo), espolvoreamos con el cacao y removemos bien hasta que se disuelva por completo.
Retiramos la ramita de canela y pasamos la salsa por el chino.
Para terminar el plato, que ya está bien, manchamos un poco la bandeja de horno con el mole, disponemos encima los tamales sin las hojas, los cubrimos de mole y esparcimos el queso desmenuzado con los dedos. Se lleva a horno muy fuerte (220ºC) y cuando el queso empiece a dorarse, ya estará listo.
 

 

Yllera vendimia nocturna

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Bodega Yllera
www.grupoyllera.com
D.O.: Rueda
Uvas: 100% Verdejo
Crianza: No
PVP: 5,10 €
 

 

El nombre ya dice mucho de lo que vamos a encontrar en la copa, porque la vendimia nocturna permite que la uva llegue a bodega con todo el frío de la noche (aunque la fiesta se celebre en octubre, en esta zona se suele vendimiar a finales de agosto, y en esas fechas, en las llanuras de Valladolid, a mediodía, puede apretar el sol hasta los 40ºC).

Hablamos de tecnología punta para aprovechar todo el potencial aromático de esta fantástica uva que surgió como por arte de magia en los años ochenta, cuando las bodegas se subieron al carro de la modernidad y vieron el tesoro que tenían en su tierra.
Además de las notas frutales propias de los vinos jóvenes bien elaborados (manzana verde, pomelo, piel de limón), los rasgos más diferenciales de la Verdejo son los tonos de heno e hinojo (anisado), perfectamente apreciables en este vino.

Cebiche mixto

La cocina peruana está haciendo estragos en el mundo con su fusión japo-peruana conocida como nikkei, que era el nombre que se les daba a los inmigrantes japos y que bien podemos afirmar que es la cocina de moda.
Como todo el mundo sabe, los cebiches son preparaciones de pescado crudo aliñado con lima y ají amarillo, probablemente otra fusión primitiva ya que los cítricos fueron llevados por los españoles y esto recuerda en sabor y nombre a los escabeches.
Suele prepararse casi siempre con corvina, pero también con unos gambones que por allí llamaban camarones, y uno de los más divertidos es este mixto en el que podemos encontrar también troncos de vieira, tres frutos del mar que combinan muy bien con este aliño al hacer contrastes realmente elegantes entre sí.

Maridaje

En Avilés hay un restaurante nikkei magnífico, por lo que pudimos analizar varios maridajes con Mario, su propietario cocinero, peruano de pura cepa, maestro de cebiches y un gran gourmet, y, después de pasar por las distintas uvas españolas, nos quedamos con la verdejo por lo bien que respeta el sabor de los pescados crudos, porque en un buen cebiche el aliño ha de ser el justo en cantidad y tiempo, para poder apreciar el sabor propio de la corvina, camarón y vieira.
En este caso el ácido de la lima y el perfume picante del ají hacen que esos aromas herbáceos y anisados del vino salgan más definidos, de modo que casi los potencian, que es el objetivo máximo a que puede aspirar un maridaje, además de respetar los sabores de la materia prima, claro.

 

Nivarius

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Bodega Nivarius
www.nivarius.com

D.O.: Rioja
Uvas: 55% Tempranillo Blanco y 45% Viura
Crianza: 4 meses en fudres de roble francés de Normandía, de 3.500 litros
PVP: 12 €
 

 

Esto es la nueva Rioja, una bodega diseñada solo para elaborar vinos blancos donde se ha cuidado desde la situación de los viñedos, a 800 metros de altitud, con orientación norte y sobre suelos arenosos, hasta el diseño futuristas de las etiquetas de sus vinos que refleja la seriedad o la frivolidad, según sea el vino.

Han recuperado la variedad Tempranillo Blanco y en breve saldrá un monovarietal que estamos deseando probar porque será una gran novedad, aunque ya lo es este blanco que campea heroico por un campo de tintos, demostrando lo que faltaba por hacer en La Rioja y lo que puede venir de aquí en adelante.
Es un vino en que domina la fruta blanca de pepitas (pera, manzana), con rasgos cítricos, notas florales y el resultado de la crianza, un trasfondo especiado, balsámico incluso ligeramente ahumado. Un vino de altos vuelos que mejorará en botella.

Chiles en nogada

Este es uno de los platos con más predicamento en la alta cocina mexicana, concretamente de la poblana, que disputa el liderazgo de la gastronomía de ese país con su vecina la oaxaqueña.
No esperen un plato picante, se trata de chiles verdes, poblanos, claro, con una salsa de nueces, como su propio nombre indica, pero con un abanico de matices formado por frutas, frutos secos, carne molida, etc., y coronado al final por granos de granada y hojas de menta o perejil. Un autentico festival de sabores que dicen que fue creado en Puebla por las monjas agustinas del convento de Santa Mónica en homenaje al emperador Agustín de Iturbide cuando volvía de firmar la independencia de México.

Maridaje

No era un maridaje sencillo porque el plato se las trae y, aunque los tintos estaban descartados por la fuerza del chile verde, los blancos que probamos competían con las frutas y las hierbas aromáticas. La salsa de nata con queso fresco y nueces era otro obstáculo a superar, porque si bien no es empalagoso, sí tiene peso en boca, de modo que era necesario un vino con la suficiente acidez como para limpiar la boca y restaurar su equilibrio para proseguir con la degustación.
La llegada de este nuevo vino me pareció providencial porque en cata me había resultado muy complejo y con mucha estructura, a la vez que fresco y alegre, de modo que hicimos la prueba y el resultado superó las expectativas porque era el ejemplo ideal de lo que los franceses llaman “contrabalance”, algo así como una de cal y otra de arena, pero formando un conjunto armónico perfecto.

 

Santiago Ruiz

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Bodega Santiago Ruiz
www.bodegasantiagoruiz.com/

D.O.: Rías Baixas
Uvas: 70% Albariño, 15% Loureiro, resto Caiño blanco, Treixadura y Godello
Crianza: No
PVP: 12,50€
 

 

Hace cincuenta años, Don Santiago Ruiz, empezó a elaborar y comercializar vino de la zona embotellado y etiquetado, algo tan inusual que hasta parecía mal visto porque en su región, O Rosal, se tenía a gala ofrecer el vino casero. Hoy es un referente del vino de calidad en medio mundo, y la etiqueta que dibujara su hija Isabel, un icono.

Es la zona más cálida de las Rías Baixas y eso se nota en la maduración de la fruta y en ese abanico de aromas a nísperos y cítricos que se percibe nítidamente en cada copa.
Pero el sabor es más complejo, porque a su magnífica estructura de acidez, se le suman unas notas balsámicas, entre boj, laurel y menta, que hacen de él un vino complejo, seco, con cuerpo y personalidad, todo un conjunto de virtudes que hacen que se mantenga entre los grandes de Galicia, por no decir de España.
 

BBQ Ribs

Mantengo el nombre inglés de este plato porque, aunque su traducción sea simplemente Costillas de cerdo asadas a la parrilla, lo cierto es que en EE.UU. son todo un símbolo, como nuestra paella, que no perdonaríamos a quien dijese que se trataba simplemente de un arroz con verduras y pollo.
La BBQ Sauce es una gran industria que mueve cientos de millones de dólares al año, pero también es una seña de identidad de restaurantes, cadenas de parrillas, pueblos enteros y hasta estados, porque cada casa tiene su pequeño secreto que la convierte en la mejor del mundo.
Lo cierto es que son un bocado delicioso, caramelizado exteriormente y con la carne tan jugosa y tierna en el interior que hasta se podría comer con cuchara, aunque lo suyo es hacerlo a dedo.

Maridaje

En España se come la carne con vino tinto, sin matizar si esta es de ternera, cerdo, cordero o pollo, pero son cuatro perfiles tan diametralmente opuestos, que cualquiera que haya salido de su aldea sabrá que está encapsulado.
El cerdo es uno de esos productos que pide vino blanco a voces, como se hace en las regiones que ostentan la mejor gastronomía de esta carne, como Alsacia, Baviera, etc.
Pero este es un caso extremo, uno de esos maridajes de impacto que si consiguiésemos hacer llegar a los paladares americanos, España entera se plantaría de uva Albariño para poder cubrir la demanda de ese país, solo para acompañar sus famosas “Ribs”.
El bocado tiene un contraste entre el exterior caramelizado y la carne jugosa, con lo que el remate, el complemento perfecto es un vino fresco, afrutado, con un ligero aroma a manzana, como si se hubiera diseñado para acompañar este plato.

 

Pago de Otazu Chardonnay con crianza

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Bodega Otazu
http://www.otazu.com/

D.O.P: Pago de Otazu
Uvas: 100% Chardonnay
Crianza: 7 meses en barricas nuevas de roble francés
PVP: 19,50€
 

You can see the English version by clicking on Pago de Otazu with Dim sum

Extracto del libro Vinos españoles con cocinas exóticas

Hemos elegido uno de los grandes de España para acompañar estos curiosos bocaditos, porque su diversidad exige la presencia de un vino poderoso que a su vez no eclipse los diferentes sabores del relleno.

Esta es una de las 14 DOP de Pago que hay registradas en España, el máximo rango de calidad que se exige desde la administración y es la propia bodega quién pone el listón tan alto que difícilmente otro Consejo Regulador podría soportar.
Es un vino exclusivo, con una producción escasa de apenas 4.000 botellas/año, vinificación manual en cajas de 15 kilos, fermentación en barrica, etc. En resumen, un vino de perfiles muy peculiares en que se ha buscado (y conseguido), el equilibrio entre la fruta y la madera, con matices herbáceos y ligeros empireumáticos, y los rasgos propios de la Chardonnay a frutas tropicales, aunque no empalagosos.

Dim sum

Esta especie de empanadilla es toda una tradición en sí misma en China, porque se encuentra, tanto por las calles, en pequeños carritos ambulantes, como en elegantes comedores, sobre todo de un tiempo a esta parte en que la cocina llamada chino-americana (la del restaurante barato de la esquina), está dando paso a la auténtica cocina de Cantón, Chiuchow, Fujian, Hainan, Hakka, Hunan, Jiang-Huai, Shanghái, Sichuan, o Yunnan.
Estos bocaditos (Dim sum significa bocado) son originarios de la cocina cantonesa, más concretamente de Hong Kong, pero su popularidad se ha extendido de tal manera, que ya podemos encontrar variaciones increíbles, como poner foie-gras micuit de pato con boletus, como probé en el Dim sum Club de Madrid, porque ya hay restaurantes especializados que solo preparan estos bocaditos, eso sí, de mil formas. 

Maridaje

¿Qué pensaría un chinito de esos que empujan un carricoche para vender Din sum por las atestadas calles de Hong Kong si le pidiésemos un Pago de Otazu? Obviamente no diría nada, pero si hablamos con el sumiller de un elegante restaurante cantonés, la cosa cambiará y seguro que rezará para que quede algo en la botella y poder probar él mismo este maridaje.
Probamos diez tipos de Dim sum y cada uno era diametralmente opuesto al anterior, pero el resultado fue una comida deslumbrante, no solo por los bocaditos, sino porque el vino se mantenía elegante y respetuoso ante las adversidades, que las hubo.
Es un maridaje de altos vuelos, lo reconozco y ya he dicho que no tiene que ver con el chino de menú del día, esta es la nueva imagen de una China refinada, con comedores elegantes que piden vinos a su altura, como este, una experiencia para pocos.

 

Pazo de San Mauro

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Bodega Pazo San mauro
www.marquesdevargas.com/es/pazo

D.O.: Rías Baixas
Uvas: 100% Albariño
Crianza: No
PVP: 11 €
 

 

 

Este es un albariño de la subzona Condado de Tea, concretamente de Salvaterra do Miño, la parte más cálida de Pontevedra. Además, estas viñas están en un meandro que hace el río y por tanto quedan orientadas a mediodía, con lo que su tiempo de maduración es notablemente más corto e intenso que el del resto. Así nos encontramos con un vino muy intenso, con unos aromas y sabores a la uva que sorprenden porque la riqueza de ésta resulta brillante, casi desbordante.

Se perciben también matices florales y hasta minerales, por lo que estamos ante un vino complejo que merece ser catado concienzudamente antes de servir la comida, ya que será un aperitivo de lo más exquisito e ilustrativo sobre esta uva que ya es famosa en los mejores comedores del mundo entero.

Pato a la pequinesa

Este es uno de los platos más exquisitos y conocidos de la multicolor gastronomía China, porque raro será el barrio chino de cualquier ciudad occidental donde no aparezcan los famosos patos laqueados colgados de un gancho.
Es una receta muy antigua (está documentada desde el siglo XII), pero sobre todo muy complicada de hacer, como pueden ver en nuestro recetario, algo habitual en los palacios medievales de las dinastías Yuan y Ming.
Hay restaurantes especializados que cobran verdaderas burradas por degustar este menú, como el Quanjude, o el del elegante Hotel Kerry de Pekín, donde los asan al momento con leña de árboles frutales para perfumar su piel y su servicio es un espectáculo en el que participan más de media docena de camareros, cocineros, pinches, etc.
 

Maridaje

No crean que hay que ir a Pekín para comer un buen pato lacado, de hecho en Nueva York, en Chinatown, claro, hay un restaurante llamado Peking Duck House. El mejor que yo he probado fue en París, en el Chen, una noche trágica (11M).
El maridaje estaba cantado porque siempre he defendido que los albariños más aromáticos debían degustarse acompañados de preparaciones de cerdo y con aves de corral, pero claro, un pato lacado ya es el colmo del refinamiento, si encima lo maridamos con este Pazo de San Mauro, la comida será imborrable.
Tengan cuidado con la salsa Hoisin porque es bastante empalagosa y nos puede dejar el vino demasiado seco. Mejor probar la primera crêpe sin esta salsa, aunque sea de la piel que lleva el lacado, pero verán qué bien combina, y la carne, mejor.

 

Sierva

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Bodega Carchelo
www.carchelo.com/

D.O.: Jumilla
Uvas: 40% Monastrell, 30% Syrah, 15% Tempranillo, 15% Cabernet Sauvignon
Crianza: 12 meses en barrica de roble francés.
PVP: 9,50 €

 
 
You can see the English version by clicking on Carchelo with Sukiyaki

Extracto del libro Vinos españoles con cocinas exóticas

Situada en el Parque Regional Sierra del Carche, con cotas de hasta 1.371 metros de altitud, esta bodega fue pionera en Jumilla y en todo Murcia por muchos motivos, pero generalizando, lo más destacable fue su política de vinos de calidad, vinos de nueva factura con la inclusión de variedades foráneas que, cortadas con mostos de algunas poco reconocidas como la Monastrell, dieron vida a unos vinos deslumbrantes, vigorosos, densos en color, aromas y cuerpo, una nueva dimensión del vino español.

Poco a poco las viñas han alcanzado su plenitud y los vinos se están puliendo y saliendo más elegantes, pero siempre con ese torrente de aromas de frutos negros maduros, reforzado por la fermentación maloláctica en barricas y una crianza en roble nuevo bien tostado, que deja aromas balsámicos que completan ese formidable abanico de matices.
 

Sukiyaki

Antes de que la cocina japonesa irrumpiese en nuestra sociedad, me refiero a los años sesenta, hubo un cantante llamado Kyu Sakamoto, que puso de moda una balada llamada “Ue o muite aruko”, pero como nadie sabía lo que eso quería decir, pues un productor inglés llamado Louis Benjamín, la comercializó en su compañía Pye Records como Sikuyaki, que en España tampoco sabíamos lo que era, pero triunfó y así fue como este cocido de verduras y carne de ternera se convirtió en un plato mundialmente famoso.
Tradicionalmente era un plato festivo que se preparaba en el campo, en una hoguera, y del que comía toda la familia, pero desde que saltó a la fama, la hostelería desarrolló técnicas sofisticadas para hacerlo en la mesa a la vista de los clientes y, aunque no sea ya tan famoso, sigue siendo muy agradable y sabroso.
 

Maridaje

La primera vez que probé un sukiyaki no había en España vinos como este, así que tuve que conformarme con uno de aquellos tintos reserva que hacían furor en los años setenta. La idea era esa, acompañar este complejo cocido con un tinto aromático, pero cuando Carchelo irrumpió en mi mundo, se abrieron muchas puertas que no imaginaba que existían, porque su fragancia hace que cada trago resulte como una guarnición del plato, un elemento más del mismo.
Es un sabor tan poderoso que temí por los sabores de las verduras, pero en realidad se mantuvieron intactos, quizá por la ligera cocción de los mismo en la salsa de soja aligerada que mantiene los sabores vegetales.
A pesar de su respetable crianza, aconsejo consumir este vino a temperatura de bodega, sobre 15º/16ºC.

 

 


Gramona III Lustros

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Bodega Gramona
www.gramona.com

D.O.: Cava
Uvas: 75 % Xarel·lo y 25% Macabeo.
Crianza: más de 72 meses en rima
PVP: 23,50 €
 

   

You can see the English version by clicking on Gramona III Lustros with Yaki Sake

Extracto del libro Vinos españoles con cocinas exóticas

Estamos ante uno de los cavas míticos, uno de los clásicos Gran Reserva que respeta a rajatabla las antiguas costumbres, usando solo vinos envejecidos de uvas autóctonas, y sometiéndolos al proceso de crianza en rima sobre sus lías durante no menos de cinco años, con lo que la burbuja es extremadamente fina y se desarrollan complejísimos aromas de reducción que recuerdan notas ahumadas y tostadas, pero también algunas flores silvestres, fruto sin duda de las levaduras.

En boca destaca su madurez y sedosidad, pero también una notable frescura que lo hace muy alegre. Dominan sabores suaves de repostería, frutos secos, alguna especia verde en la línea del romero, gramíneas tostadas, en fin, un complejo abanico tan integrado que hay que dedicarle unos minutos a catar para disfrutar en toda su dimensión un cava diferente, uno de los grandes.

Yaki Sake

El temor al anisakis ha hecho que muchos comensales del resto del mundo hayan descubierto que la cocina japonesa no son solo sashimis y sushis, sino que hay un inmenso repertorio de platos deliciosos, desde reconfortantes guisos de carne y verdura, hasta preparaciones de pescado asado o con salsas, como esta forma conocida genéricamente como Shioyaki y que consiste en asar pescados a la parrilla, previamente macerados, aliñados, salados o adobados.
Este Yaki Sake es un salmón macerado en una salsa de sake, mirín y soja, con lo que llega al comensal con un aspecto lacado de lo más apetecible y desde luego delicioso, porque se establece un contraste entre el sabor del salmón, uno de los pescados más apreciados en Japón, y la reluciente capa exterior.
 

Maridaje

Hemos elegido lo que podríamos llamar un plato noble, una preparación que nunca falta en los comedores más nobles de la cocina nipona, porque este no es un vino cualquiera, sino un distinguido venerable que debe paladearse serenamente, con prosopopeya.
En general los cavas funcionan bien con la comida japonesa, pero ni todos los cavas son iguales ni todos los platos tampoco, de modo que este era un maridaje que requería ponerse en el escenario para darle todo el boato que requiere.
Obviamente también podrá acompañar al resto del menú, porque ya saben que una mesa de protocolo en ese país exige la presencia de unos encurtidos, sopas, entrantes variados tipo tempura, etc., pero donde esos sabores tan serenos que hemos descrito en su ficha, saldrán enmarcados y reforzados con este sabroso plato de salmón lacado.

 

Cava Kripta

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Bodega Agustí Torelló Mata
http://www.agustitorellomata.com

D.O.: Cava
Uvas: 45% Macabeo, 35% Parellada, 20% Xarel-lo
Crianza: 48 meses en rima
PVP: 47€
 

 
You can see the English version by clicking on Kripta with Prawn Tempura

Extracto del libro Vinos españoles con cocinas exóticas

Estamos ante de los más grandes cavas de España, un Gran Reserva que ofrece un abanico de aromas a vinos de larga crianza, vainillas, tostados, mantequilla, etc., junto a los frescos de la refermentación en botella, esos característicos recuerdos a levaduras, a masa de pan, incluso a hierba fresca.

Destaca la fina burbuja que solo se encuentra en los grandes espumosos, pero quizá lo más notable sea su carácter de cava clásico, de aquellos que nos sorprendieron en los años ochenta, aunque la mayoría fueron poco a poco haciéndose más comerciales, menos importantes.  
Como casi todos los cavas, este es un excelente compañero de mesa que permite maridar todo tipo de platos, desde un aperitivo hasta una carne, pero su excepcional calidad aconseja degustarlo previamente a pelo, como si fuera una cata, porque hay matices que se pueden perder con la comida.

Tempura de langostinos y verduras

Curiosamente, este plato que se ha convertido en uno de los iconos de la cocina japonesa, tiene origen español (se llegó a decir que portugués, pero los jesuitas de este país apenas pisaron tierra nipona, mientras que San Francisco Javier sí), de ahí su nombre que viene de las vigilias de las Témporas que respetaban los religiosos.
Es como una fritura andaluza, pero elaborada con una harina de trigo muy fina, lo que permite conseguir el crujiente exterior y, a la vez, conservar el interior casi crudo, algo que resulta muy agradable sobre todo con las hortalizas.
Es habitual consumir la tempura como parte de los entrantes, incluso a la vez que los tsukemonos, esos encurtidos que nunca pueden faltar en una mesa protocolaria, una forma muy divertida y variada de comer.

Maridaje

Si una fritura andaluza sabe a gloria con un cava, imaginen lo que puede ser esta, mucho más fina y sutil, con los sabores de la materia prima casi intactos y con uno de los más complejos cavas del país. Realmente la combinación es espectacular porque cada bocado, sea de langostino, judía verde, zanahoria, etc., hará un mosaico de aromas y sabores con los que este cava se verá reforzado gracias a ese rebozado suave.
Es importante reseñar que la mesa japonesa es variada, y si se sirven tempuras, es que la cosa va en serio, por lo que puede resultar difícil maridar los distintos platos y la mejor forma de acertar con todos es recurriendo al cava. En este caso ya hemos dicho que hay matices de vino con mucha crianza, por lo que no habrá ningún plato que lo eclipse, incluso un sukiyaki servido de plato fuerte combinará a la perfección. 

 

Arzuaga crianza 2012

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Bodega Arzuaga-Navarro
www.arzuaganavarro.com

D.O.: Ribera de Duero
Uvas: 90% Tinto Fino, 7% Cabernet Sauvignon y 3% Merlot
Crianza: 16 meses en barricas de roble francés y americano al 50%
PVP: 15,50 €
 

 

You can see the English version by clicking on Arzuaga with Mole from Huajuapan

Extracto del libro Vinos españoles con cocinas exóticas

Han pasado más de dos décadas, casi un cuarto de siglo, desde que Florentino Arzuaga fundara una de las bodegas más polémicas de la Ribera del Duero, quizá porque con sus 150 Ha. a más de uno se le abrieron las carnes.

Ya es un clásico y sus vinos están fuera de discusión porque hasta este “sencillo” crianza ha obtenido un sobresaliente en la guía Proensa, lo cual es poner una pica en Flandes.
Es un vino de gran intensidad aromática, sobre todo con frutas negras bien maduras, enmarcadas por una madera limpia e integrada, que deja esos tonos balsámicos, ligeramente ahumados y avainillados de los grandes vinos de la Ribera.
Es importante destacar su estructura de boca, en primer lugar porque se siente carnoso, pero también porque indica que aún siendo solo crianza, aguantará bastantes años ganando matices en botella.

Mole de Huajuapan

También conocido como Mole de caderas o Mole de chivo, esta es una especialidad con la que rivalizan los estados de Puebla y Oxaca, más concretamente las ciudades de Tehuacán y Huajapan de León respectivamente, donde se celebran fiestas multitudinarias en las que cada año se sacrifican unos 30.000 animales, lo que da idea de la magnitud de los actos a los que acuden más de 50.000 personas.
Es un plato muy diferente a lo que solemos identificar como “Mole”, porque es casi una sopa de carne con verduras, eso sí, con sabores sorprendentes, nada parecido al tradicional Mole poblano o de guajolote, ni por supuesto a ningún otro guiso de cordero que se prepare en ninguna otra parte.
Podemos afirmar que es un claro ejemplo de la riqueza de la cocina mexicana, una de las más variadas y exquisitas del mundo.

Maridaje

Este es un maridaje descabellado que yo nunca hubiera intentado, pero como Nacho Arzuaga lo probó en México y me dijo que era una pasada, pues no me quedó más remedio que ponerme manos a la obra, y vaya que si era un acierto, uno de los maridajes más espectaculares de este libro.
En principio yo hubiera ido por el camino de los vinos refrescantes, un blanco o un rosado, porque los moles son platos muy cálidos y un tinto de este porte era como apagar un fuego con gasolina, pero no fue así y esta es la magia de los maridajes, cuando algo sin sentido funciona, el resultado es espectacular.
Siendo ya de entrada un vino de elegante porte, tras probar el mole, se creció, se mostró más rotundo, con más cuerpo, incluso más goloso. El toque de distinción que necesitaba este plato festivalero.

 

Astrales

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Bodega Astrales
www.astrales.es

D.O.: Ribera del Duero
Uvas: 100% Tinto fino
Crianza: 22 meses de barrica
PVP: 25€
 

 
You can see the English version by clicking on Astrales with Hamachi Kama

Extracto del libro Vinos españoles con cocinas exóticas

A principios de siglo, cuando en España se ataban los perros con longaniza, nació esta bodega con ideas muy pretenciosas, hacer solo un vinazo de reserva de lo mejor de la Ribera.

La familia “Mauro” (decir García suena pobre) abandonó el barco en los momentos más difíciles, pero llegó otro enólogo de campanillas, nada menos que Pepe Hidalgo, y Luis Delgado, el dueño, ya duerme tranquilo (es un decir), porque sabe que ese 97/100 que Proensa le ha dado en su guía del 2015, no va a ser un recuerdo.
Aunque poco conocido, Astrales es uno de los más grandes de la Ribera de Duero. De las duras tierras burgalesas de Anguix y con producción propia, lo vinos que salen cosecha tras cosecha van ganando en armonía, porque la potencia la tuvieron desde el principio. Dominan las frutas muy maduras y las maderas insuperablemente tostadas, pero también hay que buscar la mineralidad, porque es realmente sorprendente.

Hamachi Kama

En muchos sentidos este es un plato gourmet que solo se sirve en restaurantes con parrilla especializados en pescado, y solo en Japón, nunca en los restaurantes japoneses de Europa, salvo por encargo y si tienen confianza con el dueño.
No es que sea caro, de hecho esa pestaña de mero que ven en la foto me la regaló mi pescadero porque apenas se comercializa, pero ya es raro encontrar restaurantes que compren piezas enteras, por lo que no lo trabajan, a menos que sean especialistas en Hamachi Kama, claro.
Allí lo preparan con las ijadas de una perca de piscifactoría llamada yellowtail, un pez que sirven vivo en la mesa y lo diseccionan a la vista del cliente (ellos son así), luego recogen las orejas y las hacen a la parrilla tal y como explicamos en la receta.
 

Maridaje

Cuando a uno le toca lidiar un torito como este, uno de los mejores de toda la ganadería española, la verdad es que siente una gran responsabilidad, por hablar finamente. Sin embargo, fue Luis quién me apuntó este singular maridaje que había probado al otro lado del mundo y sentí cómo se abría una puerta, lo que no imaginé es lo que me iba a encontrar detrás, porque cuando me senté a la mesa, comprendí que estaba ante uno de los maridajes estrella de este libro, porque cada vez que escribo uno, sucede algo parecido, el milagro de los maridajes, una combinación en la que jamás hubiera pensado.
A toro pasado ya es fácil encontrar explicaciones, que si es la parte más grasienta y gelatinosa del pescado, que si el tostadito de la parrilla, que si la limpieza de sabores, ta, ta, ta... Les aconsejo que hagan la prueba porque les va dejar patidifusos, una experiencia para no olvidar y probar con otras preparaciones del estilo.

 

Arzuaga with Mole from Huajuapan

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Winery Arzuaga-Navarro
www.arzuaganavarro.com

D.O.: Ribera de Duero
Grapes: 90% Tinto Fino, 7% Cabernet Sauvignon, 3% Merlot
Ageing: 16 months in half-American, half-French oak barrels.
Price: 15,50 €
 

Click to see the preparation of these dishes, in American recipes.
 
Pueden ver la versión en español pinchando en Arzuaga crianza 2012

More than two decades have passed since Florentino Arzuaga founded one of the most controversial wineries in Ribera de Duero, perhaps because of the envy of its 150 hectares.

It has become a classic, and its wines are unquestionable; even this “simple” crianza has got the highest marks in the Proensa guide, and that is no piece of cake at all.
This wine has great aromatic intensity, mainly ripe black fruits, framed by clean and integrated wood which leaves those balsamic hints, slightly smoky and vanilla-like, that great Ribera wines have.
A remarkable feature is its mouth structure, in the first place because it is so fleshy but also because it indicates that, although it is only a crianza, it will gain nuances in the bottle for quite a few years.

Huajuapan mole

Also known as “Mole de caderas” or “Mole de chivo” (young goat), this dish is a matter of rivalry between the states of Puebla and Oaxaca, specifically the cities of Tehuacán and Huajapán de León, where multitudinous festivals are held. More than 30000 animals are slaughtered in them, and more than 50000 people attend every year, which gives us an idea of the magnitude of the festival.
This dish is very different from what we usually know as “mole”; it is more like a meat soup with vegetables and it has surprising flavours, far from traditional “poblano” or “guajolote” mole, and of course totally different from any other lamb stew cooked anywhere else.
It is definitely a clear example of the richness of Mexican cuisine, one of the most varied and exquisite in the world.
 

Pairing

I could have never thought of this mad pairing, but Nacho Arzuaga tried it in Mexico and told me that it was awesome, so I had to try, and it really paid off, resulting in one of the most spectacular pairings in this book.
My initial choice was a refreshing wine, white or rosé, because mole is a very hot dish and pairing it with this wine looked like putting out fire with petrol, but that was not the case. That is the magic of pairing: when some apparent nonsense works, the result is spectacular.
It was an elegant wine by itself, but with the mole it grew up and became better-rounded, with more body, even richer, giving this festival dish the touch of distinction it needed.

 

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